Concilio Internacional Jesucristo Soberano


1. Obras preparadas por Dios 2. Las ovejas obran por amor sin mirar lo que hacen las manos 3. Felices los que están instituidos en justicias 4. Sembradores alegres 5. Las obras buenas llenas de misericordia 6. Somos perfume de Cristo 7. Las obras buenas por agradecimiento 8. Ay de mí

 

 

SOMOS PERFUME DE CRISTO

Capítulo VI

 

“Porque para Dios somos buen olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden...” (2 Cor. 2:15)

Así como somos la sal y la luz del mundo, también traemos en nosotros el olor de Cristo, olor que debemos como hijos de Dios, esparcir por doquier.

El perfume es puesto sobre los que viven y se mueven de un lugar a otro, haciendo sentir su olor agradable cuando están cerca del que puede percibir el perfume.

El llevar el olor de Cristo (puesto por Dios) para que andemos con olor agradable, hace que representemos al Padre Dios y al Hijo Jesucristo, como ya dijimos esto es posible mientras vivimos en este tabernáculo.

 

María y su libra

“Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y limpió sus pies con sus cabellos: y la casa se llenó del olor del ungüento.” (Juan 12:3)

José de Arimatea, el cual era discípulo de Jesús, mas secreto por miedo de los Judíos...

Vino y quitó de la cruz el cuerpo de Jesús...Y vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras...Tomaron el cuerpo de Jesús y envolviéronlo en lienzos con especias, como es costumbre de los Judíos sepultar. (Juan 19:38-42)

Jesús en vida fue ungido con el perfume de María, este acontecimiento ha sido predicado millones de veces recordando el acto de María. Se supone que María no era rica como José y Nicodemo. María gastó mucho dinero para comprar el perfume de nardo y al ponerlo sobre los pies de Jesús hubieron comentarios negativos, como siempre sucede cuando traes el perfume de Jesucristo puesto por Dios sobre tu espíritu, sin embargo oyó decir: “Me ha ungido para la sepultura.” Todavía el Señor llevaría sobre él un perfume que aspirarían sus opresores, Pilato y los dirigentes religiosos como testimonio que probaba que él era “Yo soy la rosa de Sarón, y el lirio de los valles.” (Cantares 2:1)

Esto se debió a que una de sus hijas espirituales trajo de su perfume y lo puso sobre el cuerpo de su Amado Redentor. Esta es una de las buenas obras que Dios puso en nosotros para que llevemos a Jesucristo en nosotros por todo lugar, testificando que él vive en nosotros y nosotros en él.

Qué contraproducente, una libra de perfume al vivo y 100 libras de perfume al muerto.

José y Nicodemo eran discípulos de Cristo, uno con miedo a los Judíos ocultaba su perfume y el otro discípulo de noche trajo perfume junto con el de José para ponerlo sobre un cuerpo frío y sin vida, que finalmente sería puesto fuera de la vista de los vivientes cuando estuviera en la tumba que también era de José. ¿Te has preguntado alguna vez cuantas veces José de Arimatea habrá invitado a Jesús a su casa? Que sepamos ninguna. Jesús era muy conocido para pasar desapercibido en caso de que hubiera ido por invitación de José a una cena o visita.

Esta buena obra de dar testimonio del perfume de Jesús, ya es parte de nuestra vida y es necesario que los cristianos destapemos el recipiente donde está ese glorioso perfume y lo esparzamos por todo lugar. Hay mucha pobre gente con mal olor, olores que producen nauseas al que lo aspira. Amados, destapemos el recipiente y derramemos el olor de vida para vida entre los que se salvan. Los elegidos por gracia, todos aquellos que están predestinados y ya han sido glorificados por Jesucristo, necesitan saber lo que ellos también poseen como regalo del cielo, así podrán dejar su mal olor y dedicarse también a distribuir porciones a todo el que necesite para que sea también activado en la familia de Dios.

Bendiciones.