Concilio Internacional Jesucristo Soberano


1. Obras preparadas por Dios 2. Las ovejas obran por amor sin mirar lo que hacen las manos 3. Felices los que están instituidos en justicias 4. Sembradores alegres 5. Las obras buenas llenas de misericordia 6. Somos perfume de Cristo 7. Las obras buenas por agradecimiento 8. Ay de mí

 

 

LAS OBRAS BUENAS LLENAS DE MISERICORDIA

Capítulo V

 

“Y saliendo Jesús, vio un gran gentío, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos había enfermos. Y cuando fue la tarde del día, se llegaron a él sus discípulos, diciendo: El lugar es desierto, y el tiempo es ya pasado: despide las gentes, para que se vayan por las aldeas, y compren para sí de comer. Y Jesús les dijo: No tienen necesidad de irse: dadles vosotros de comer.

La compasión de Dios y su misericordia van juntas como si fueran una sola cosa. Solamente los hijos de la promesa, los que nacieron del Espíritu Santo, los vasos de misericordia (Romanos 9:23,24) pueden sentir la compasión que siente Jesús; este mover que existe en cada uno de los llamados de Jesucristo es intrínsico, sale espontáneo y sin esfuerzo para volcarse en beneficio del que necesita. Es cierto que es un sentir que se irá desarrollando a medida que se vaya ejercitando. Si como sembradores sabemos distribuir la semilla equitativamente, tendremos suficiente para asistir al que carece. La misericordia y la compasión de los santos será siempre desinteresada y sin fines de lucro.

“Es mejor dar que recibir.”

Cuando se manifiesta la compasión y misericordia, nunca se considerarán: raza, religión, creencias, posición económica y social. Se harán las buenas obras sin mirar a quien. Jesucristo, lo mismo asistía a un nacional que a un extranjero, a un destituido de la sociedad como a un dirigente del pueblo, a un rico como aun pobre. Jesucristo, lo mismo ponía las manos sobre un muerto como sobre un leproso, situaciones prohibidas por la ley del Antiguo Pacto. La misericordia y la compasión se manifiesta porque es parte de la naturaleza divina que poseemos los hijos de Dios.

En el caso del Buen Samaritano mencionado en Lucas 10:29-37 como un Samaritano asiste a un Judío que había sido robado y herido por los asaltantes y lo dejaron medio muerto. Pasaron por el camino un sacerdote y un Levita y se fueron de lado y no asistieron a su hermano de raza. “Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; le vendó sus heridas y le puso aceite y vino, lo llevó en la cabalgadura de su bestia y lo llevó al mesón, y cuidó de él. Al partir sacó dinero y lo dio al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré. Así tenemos que tratar a nuestro prójimo, dijo Jesús.

Estas son las obras que Dios preparó para que andemos en ellas. Estas obras ya son parte de nuestra vida y de nuestro diario vivir. Este es el ejercicio que vale, el ejercitarse en la piedad. “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso; mas la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera. Ejercítate para la piedad.” (1 Timoteo 4:7,8)

“No mirando cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.” (Filipenses 2:4,5)

“...Jesús estuvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos del diablo porque Dios era con él.” (Hechos 10:38)

“El que dice que está en Cristo debe andar como él anduvo.” (1 Juan 2:6)

 “...misericordia y fe es necesario hacer...” (Mateo 23:23) “...Dios tiene misericordia de todos...” (Romanos 11:32)

“...Jehová, Jehová, fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad.” (Exodo 34:4-6)

Bendecidos