CONCILIO INTERNACIONAL JESUCRISTO SOBERANO

LO VIEJO: Introducción 1. El primer Adam caído y pecador 2. El hombre viejo o exterior 3. El pecado separa y es ley en la carne 4. La ley y su función

LO NUEVO: 1. El postrer Adam 2. Los pecados puestos sobre Jesús, el inocente haciendo inocente al culpable 3. De muerte a vida 4. La dádiva de Dios 5. Nuevo Pacto 6. Muertos al pecado y muertos a la ley

 

 

De lo Viejo a lo Nuevo

Lo Nuevo

 

Capítulo V

 

Nuevo Pacto

 

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales hare nuevo pacto con la casa de Jacob y con la casa de Judá: No como el pacto que hice con sus padres el día que tome su mano para sacarlos de tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, bien que fuí  yo un marido para ellos, dice Jehová. Mas éste es el pacto que hare con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en sus entrañas, y escribiréla en sus corazones; y seré yo a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová: porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová: porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” Jeremías 31:31-34

“...Y esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi espíritu, y haré que andéis en mis mandamientos, y guardéis mis derechos, y los pongáis por obra.” Ezequiel 36:24-27

“Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí.” Juan 6:45

“Y el Dios de paz os santifique en todo; para que vuestro espíritu y alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel

es el que os ha llamado; el cual también lo hará.” 1 Tesalonicenses 5:23,24 

“A aquel, pues, que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría, al Dios solo sabio, nuestro Salvador, sea gloria y magnificencia, imperio y potencia, ahora y en todos los siglos. Amén.” Judas 24,25 

“Mas vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas. Pero la unción que vosotros habéis recibido de él, mora en vosotros, y no tenéis necesidad que ninguno os enseñe; mas como la unción misma os enseña de todas cosas, y es verdadera, y no es mentira, así como os ha enseñado perseveraréis en él.” 1 Juan 2:20,27 

“Y haré con ellos pacto eterno, que no tornaré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.” Jeremías 32:40

“...Porque seré propicio a sus injusticias, y de sus pecados y de su iniquidades no me acordaré más. Diciendo, nuevo pacto, dio por viejo al primero; y lo que es dado por viejo y se envejece, cerca está de desvanecerse.” Hebreos 8:7-13

“Entonces dijo: Heme aquí para que haga, oh Dios, tu voluntad. Quita lo primero, para establecer lo postrero. En la cual voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez...porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados...y añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más más ofrenda por pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el santuario por la sangre de Jesucristo...” Hebreos 10:9-23 

La excelente gloria

“Nuestras letras sois vosotros, escritas en nuestros corazones sabidas y leídas de todos los hombres; siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada de nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios: No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios; el cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto, no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

Y si el ministerio de muerte, en la letra grabado en piedras, fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudiesen poner los ojos en la faz de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer. Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justicia. Porque si lo que perece tuvo gloria, mucha más será en gloria  lo que permanece. Así que, teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza; y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en el fin de lo que había de ser abolido.

Empero los sentidos de ellos se embotaron; porque hasta el día de hoy les queda el mismo velo no descubierto en la lección del antiguo testamento, el cual por Cristo es quitado. Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está  puesto sobre el corazón de ellos.  Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta, como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.”  2 Cor. 3:2-18

 Jesucristo es el Señor, el Dios Espíritu 1 Cor. 12:3

“Porque Moisés desde los tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien le predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado...Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, a los cuales no mandamos.” Hechos 15:21-24 

“Porque la ley por Moisés fue dada; mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha.” Juan 1:17

La Palabra de Dios fue inspirada por el Espíritu Santo.  2 Pedro 1:21

La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia. Colosenses 3:16

“Porque si vosotros creyeseis a Moisés, creerías a mí; porque de mí escribió él.” Juan 5:46

Antes que Dios fuese manifestado en carne (1 Timoteo 3:16), dice Exodo: 31:18 “Y dio a Moisés, como acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.”

“Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra, las diez palabras; y escribiólas en dos tablas de piedra.” Deuteronomio 4:13 (Leer Deut. 9:9,10)

El mismo Espíritu Santo, el Padre Eterno, el Dios Todopoderoso que escribió los diez mandamientos de Exodo 20, es el mismo Dios que se encarnó en el niño Jesús.

“Porque la ley por Moisés fue dada: mas la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha.” Juan 1:17

Estos dos púlpitos han estado en apologías contínuas por más de dos mil años.

Un púlpito defendiendo el ministerio de ira, condenación y muerte y el otro el de la resurrección, el perdón, la justicia, la reconciliación, la paz y la vida.

El nuevo pacto es perfecto y completo, nada le falta. El antiguo pacto fue confirmado con sangre de animales, el nuevo, con la sangre del Hijo de Dios.

En el nuevo pacto se confirma la herencia de la vida eterna, un solo sacrificio para siempre, un cambio hecho por nueva creación de Dios y la libertad para entrar donde solo podía el Sumo sacerdote una vez al año: En el Lugar Santísimo del Santuario,, donde se encuentra el trono de Dios.

El nuevo pacto nos enseña: Eres salvo para siempre, ya no es necesario otro pacto, pues este nuevo pacto es eterno y perfecto.

La muerte del testador te da el derecho de obtener la herencia; no te la ganas por conducta, buen comportamiento, buenas obras etc. Fuimos elegidos, predestinados para la herencia, escritos en el libro de la vida del Cordero y Dios por sus promesas cumplidas, nos hizo participantes de su herencia y coherederos con Cristo. Si Cristo heredó, por El heredamos nosotros. ¡Bendecido sea Dios!  ¡Abba, Padre!

Para los elegidos por gracia, los predestinados, los salvados desde antes de la fundación del mundo, la santa voluntad de Dios no se puede resistir. Leamos lo que dice Romanos 9:16-24: “Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia....Me dirás pues: ¿Por qué, pues, se enoja? Porque ¿quién resistirá a su voluntad?”  Nadie puede resistir a Dios y ganar en su resistencia.

“En él digo, en quien asimismo tuvimos suerte, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el consejo de su voluntad.”

Efesios 1:11

“...reformaos por la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos 12:1,2 

El entendimiento se renueva por el conocimiento.  Colosenses 3:10.  Para no resistir a  la voluntad de Dios y no sufrir dolor, tristeza, inseguridad, desconfianza, etc. como consecuencias pertinentes, es necesario vestir el hombre interior para conocer la voluntad perfecta y agradable del Señor.

Los dos pactos, el viejo y el nuevo, están llenos de misterios y solamente a los predestinados y elegidos por gracia les es revelado lo oculto de Dios por el Espíritu Santo. Los que no visten al hombre interior por el conocimiento no pueden entender el misterio, pero el que lo lee, sí puede llegar a entenderlo.  Pablo lo asegura en Efesios 3:1-4: “Leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi inteligencia en el misterio de Cristo.”

Lee estos pensamientos inspirados por Dios

Hebreos 9:14-26

Gálatas 3:1-29 (versión sencilla)

Obedecer la ley o confiar en Jesucristo

 1. ¡Ay, Gálatas, qué tontos son ustedes! ¡Hasta parece que estuvieran embrujados! Yo mismo les di una explicación clara de cómo murió Jesucristo en la cruz.  2. Sólo quiero que me digan una cosa: Cuando recibieron el Espíritu de Dios ¿fue por obedecer la ley, o por aceptar la buena noticia? ¡Claro que fue por aceptar la buena noticia! 3. Y si esto fue así, ¿por qué no quieren entender? Si para comenzar esta nueva vida necesitaron la ayuda del Espíritu de Dios, ¿por qué ahora quieren terminarla mediante sus propios esfuerzos? 4. ¿Tantos sufrimientos, para nada? ¡Aunque no creo que no hayan servido de nada! 5. Dios no les ha dado el Espíritu, no ha hecho milagros entre ustedes, sólo porque ustedes obedecen la ley. ¡No! Lo hace porque ustedes aceptaron el mensaje de la buena noticia.

 El ejemplo de Abraham

 6. Dios aceptó a Abraham porque él confió en Dios. 7. Sepan, entonces, que los verdaderos descendientes de Abraham son todos los que confían en Dios. 8. Desde mucho antes, la Biblia decía que Dios también iba a aceptar a los que no son judíos, siempre y cuando pusieran su confianza en Jesucristo. Por eso Dios le dio a Abraham esta buena noticia: "Por medio de ti bendeciré a todas las naciones del mundo".  9. Así que Dios bendecirá, por medio de Abraham, a todos los que confían en él como Abraham lo hizo.

 10. Pero corren un grave peligro los que buscan agradar a Dios obedeciendo la ley, porque la Biblia dice: "Dios maldecirá al que no obedezca todo lo que la ley ordena". 11.  Nadie puede agradar a Dios sólo obedeciendo la ley, pues la Biblia dice: "Los que Dios ha aceptado y confían en él, vivirán para siempre".

 12.  Pero para tener vida eterna por medio de la ley no haría falta confiar en Dios; sólo habría que obedecer la ley. Por eso dice la Biblia: "El que obedece la ley se salvará por su obediencia". 13. Pero Cristo prefirió recibir por nosotros la maldición que cae sobre el que no obedece la ley. De ese modo nos salvó. Porque la Biblia dice: "Dios maldecirá a cualquiera que muera en una cruz". 14. Por eso, la bendición que Dios prometió darle a Abraham es también para los que no son judíos. Así que si confiamos en Cristo, recibiremos el Espíritu que Dios nos ha prometido.

 La ley y la promesa

 15. Hermanos míos, les voy a dar un ejemplo que cualquiera puede entender. Cuando una persona hace un pacto con otra y lo firma, nadie puede anularlo ni agregarle nada. 16. Ahora bien, las promesas que Dios le hizo a Abraham eran para él y para su descendiente. La Biblia no dice que las promesas eran para "sus descendientes", sino para "su descendiente", el cual es Cristo. 17. Lo que quiero decir es esto: la promesa de Dios no puede cambiarla ni dejarla sin valor una ley que Dios dio cuatrocientos treinta años después.  18. Porque si Dios diera lo que prometió sólo a quien obedece la ley, entonces ya no lo daría para cumplir su promesa. Pero lo cierto es que cuando Dios le aseguró a Abraham que le daría lo prometido, no le pidió nada a cambio.

 19.  Entonces, ¿para qué sirve la ley? Pues después de hacerle su promesa a Abraham, Dios nos dio la ley para mostrarnos lo que estábamos haciendo mal. Pero esa ley serviría sólo hasta que viniera el descendiente de Abraham a quien Dios le hizo la promesa.  Dios le dio la ley a Moisés por medio de los ángeles, para que él nos la diera a nosotros.  20. Pero cuando Dios le hizo la promesa a Abraham, no usó mensajeros sino que se la hizo personalmente.

¿Para qué sirvió la ley?

21.  Esto no significa que la ley esté en contra de las promesas de Dios. ¡De ninguna manera! Porque si la ley pudiera darnos vida eterna, entonces Dios nos hubiera aceptado por obedecerla. 22. La Biblia dice que el pecado nos domina a todos, de modo que el regalo que Dios prometió es para los que confían en Jesucristo. 23. Antes de eso, la ley fue como una cárcel, donde estuvimos encerrados hasta que vimos que podíamos confiar en Cristo. 24. La ley fue como un maestro que nos guió y llevó hasta Cristo, para que Dios nos aceptara por confiar en él.  25. Pero ahora que ha llegado el tiempo en que podemos confiar en Jesucristo, no hace falta que la ley nos guíe y nos enseñe.

26.  Ustedes han confiado en Jesucristo, y por eso todos ustedes son hijos de Dios. 27. Porque cuando fueron bautizados, también quedaron unidos a Cristo, y ahora actúan como él. 28. Así que no importa si son Judíos o no lo son, si son esclavos o libres, o si son hombres o mujeres. Si están unidos a Jesucristo, todos son iguales. 29. Y si están unidos a Cristo, entonces son miembros de la gran familia de Abraham y tienen derecho a recibir las promesas que Dios le hizo.