Concilio Internacional Jesucristo Soberano

1.

Introducción 2. Jesús perdonando 3. Pedro remitiendo 4. Pablo y unos que ...



Remitir y Retener


 

Pablo y unos que se le retuvieron los pecados

La historia bíblica registrada en Los Hechos de los Apóstoles, que narra el encuentro de Jesucristo con Pablo y más tarde de Pablo con el Rey agripa y sus acompañantes, nos dice lo que declaró Pablo después que Jesucristo le habló en el camino a Damasco y lo que declaró el Rey Agripa y el silencio de los que le acompañaban.

Así comienza lo que escribe el médico Lucas: “Yo ciertamente había pensado deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret, lo cual también hice en Jerusalem, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos, recibida potestad de los príncipes de los sacerdotes; y cuando eran matados, yo dí mi voto.

Y muchas veces, castigándolos por todas las sinagogas, los forcé a blasfemar; y enfurecidos sobremanera contra ellos, los perseguí hasta en las ciudades extrañas. En lo cual ocupado, yendo a Damasco con petestad y comisión de los príncipes de los sacerdotes. En mitad del día, oh rey, vi en el camino una luz del cielo, que sobrepujaba el resplandor del sol, la cual me rodeó y a los que iban conmigo. Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba, y decía en lengua hebraica: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones.

Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Mas levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto te he aparecido, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto, y de aquellas en que apareceré a ti; librándote del pueblo y de los Gentiles, a los cuales ahora te envío.

Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y suerte entre los santificados.

Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial, antes anuncié primeramente a los que están en Damasco, y Jerusalem, y por toda la tierra de Judea, y a los Gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.

Por causa de esto los Judíos, tomándome en el templo, tentaron matarme. Mas ayudado del auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de venir; que Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los Gentiles. Y diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz dijo: Estás loco, Pablo: las muchas letras te vuelven loco. Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de templanza. Pues el rey sabe estas cosas, delante del cual también hablo confiadamente. Pues no pienso que ignora nada de esto; pues no ha sido esto hecho en algún rincón.

¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees.

Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser Cristiano. Y Pablo dijo: ¡Pluguiese a Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, mas también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas prisiones!...y hablaron los unos con los otros, diciendo: Ninguna cosa digna ni de muerte, ni de prisión, hace este hombre...Hechos de los Apóstoles 26:9-31

Pablo les habló de su posición contraria a Jesucristo y su Iglesia, como se le apareció y lo instituyó en el ministerio evangélico, también lo instruyó de las enseñanzas que impartiría entre las que estaba la obra salvífica del Señor. El perdón de los pecados  sería recibido por la fe que era en El y esti sería el centro de su enseñanza.

Finaliza diciendo: “Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión celestial.”

¿Cuánto vale decir: “Por poco me persuades a ser Cristiano”

¿Cuál es el valor de oir, quedar en silencio y no tomar una postura testificante como la de Pablo?

Así respondieron todos con su actitud: “Por poco me hago cristiano”

Cuando Pablo hablaba y aun habiendo terminado nada sucedió, no hubo interrupción por el Espíritu Santo. No se registró que el poder de Dios cayó ni siquiera sobre uno de los que escuchaba a Pablo.

Aquí se retuvieron los pecados, la fe que había y provenía de Jesucristo aparentemente no surtió efecto para convertirse, arrepentirse y ser pedonados.

¿Estarían incluidos solamente como hijos de la carne y no del Espíritu Santo?

¿Serían de la otra simiente?

Hay un himno que enfatiza: “Unos sí, otros no”

Si eres uno de los hijos de Dios que has vivido desnudo del alto conocimiento de Dios y hoy al leer este escrito, sientes que necesitabas esta palabra de consuelo, confianza y seguridad: Estas perdonado para siempre, perteneces a Aquel que pagó el precio, Aquel que te rescató de las tinieblas, te sacó de la potestad del enemigo y te hizo llegar a la potestad de Dios, entonces: Gózate y comparte con otros la luz que llegó a tu vida como llegó a la mía y a la de los millares del Israel espiritual.

El perdón de los pecados ya se consumó en el “Hecho está”, pronunciado por los labios más limpios y santos que jamás han hablado sobre este planeta en rebelión, se llama Jesucristo, el Hijo de Dios, el que es Rey de reyes y Señor de señores. ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Abba, Padre

 

Tu hermano Domingo Hernández