La experiencia
de Pablo
Cierto no me es conveniente gloriarme; mas vendré a las visiones y a las
revelaciones del Señor.
Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo
sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el
tercer cielo. Y conozco tal hombre, (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no
lo sé: Dios lo sabe,) Que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras
secretas que el hombre no puede decir. De este tal me gloriaré, mas de mi
mismo nada me gloriaré, sino en mis flaquezas. (2 Cor. 12:1-5)
Pablo repite la misma cantidad de catorce años cuando por segunda vez regresa
a Jerusalem para reunirse con los apóstoles Gálatas 2:1
Interesante notar que después de estar en Arabia y Damasco por tres años, va
por primera vez a Jesusalem para ver a Pedro estando con él por quince días y
también se entrevistó con Santiago el hermano del Señor. (Gálatas 1:17-20)
Catorce años después Pablo escribe diciendo que un hombre a quien él conocía
fue llevado al Paraíso, quiere decir que durante los tres años que estuvo en
la Arabia fue cuando ese hombre (que era él mismo) fue llevado al paraíso en
revelación y en el espíritu, aunque Pablo no define si fue en el cuerpo o
fuera del cuerpo.
El propio Apóstol Pablo dice: “Esto empero digo, hermanos: que la carne y la
sangre no pueden heredar el reino de Dios; ni la corrupción hereda la
incorrupción.” (1 Cor. 15:50) En un estado caído –corrupto, Pablo no
podía ir y entrar al Paraíso localizado en el tercer cielo. Sabemos que hay
tres cielos: el atmosférico, el sideral y donde radica el Paraíso de Dios. Por
lo tanto, Pablo viajó en el espíritu nuevo que el Señor creó en él, lo que
llamamos la nueva criatura, el hombre interior “que es criado conforme a Dios
en justicia y en santidad de verdad.” (Efesios 4:24)
Esto es indiscutible, especialmente en esta era donde Dios esta revelando por
las propias epístolas de Pablo, que existe en “el vaso de barro el tesoro del
Espíritu Santo y el espíritu nuevo que él mismo creó dentro de nosotros
mismos. (2 Cor. 4:3-7) De ahí que podemos confirmar por las propias
cartas de Pablo la existencia del Espíritu Santo haciendo con el espíritu
nuevo, un solo espíritu. “Porque el Señor es el Espíritu: y donde hay el
Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Cor. 3:17) “Empero el que se
junta con el Señor, un espíritu es.” (1 Cor. 6:17)
El Apóstol Juan pudo ir en revelación por el único medio sobrenatural que
utiliza Dios para que así suceda. “Yo fui en el Espíritu en el día del Señor,
y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta.”
(Apocalipsis 1:10)
Recuerden que Pablo se gloriaba del hombre que fue al tercer cielo, porque ese
hombre es el nuevo, la simiente de Dios, el espíritu de adopción por Cristo
Jesús, la simiente que no peca ni puede pecar.
(1 Juan 3:9)
Pero del viejo hombre no, pues ese
es jactancioso, de ahí que un mensajero del padre de la noche, venía y lo
abofeteaba “Y porque la grandeza de las revelaciones no me levante
descomedidamente, me es dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás
que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.” (2 Cor. 12:5-7)