Concilio Internacional Jesucristo Soberano

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MORIR PARA VIVIR

 

Pastor Domingo Hernández

 

Introducción

 

Diccionario en Griego

Pecado original. Es una expresión que se emplea para describir el efecto del pecado de Adán sobre toda su descendencia (Rom. 5:12-23). Específicamente, es nuestra naturaleza pecaminosa heredada de Adán. La naturaleza pecaminosa se originó con Adán y pasa de padres a hijos. A causa del pecado original, somos naturaleza "hijos de ira" , es decir, estamos bajo el merecido juicio de Dios Efe.2:3

Pecado. El pecado es todo aquello contrario a la Ley de Dios, que expresa Su santa voluntad. Por ejemplo, si uno miente, comete pecado. ¿Por qué? Porque Dios ha ordenado no mentir (Exo. 20:16). Al hacer lo que Dios ha prohibido, uno peca. Además, si uno 
deja de hacer lo que Dios ha mandado, también peca (Sant. 4:17). En ambos casos, el resultado es la separación eterna de Dios (Isa. 59:2). El pecado es iniquidad (1 Juan 1:3) e injusticia (1 Juan 5:17). El pecado lleva a la ceguera espiritual (Juan 9:41) y a la muerte (Rom. 6:23).
Pablo trata del pecado en la carta a los Romanos. Allí demuestra que todos, judíos o no judíos, están bajo el dominio del pecado (Rom. 3:9). Pablo prueba que el pecado no es simplemente algo malo que se ha hecho, sino, básicamente, una condición del corazón humano (Rom. 3:3:10-12). En la carta a los Efesios, Pablo afirma que "somos por naturaleza hijos de ira" (Efe. 2:3). Sin embargo, "Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos" (Rom. 5:6).

 

Presta atención y lee estos términos con mucho cuidado y esmero, así podrás entrar en el sencillo estudio que vendrá a continuación. Bendecidos.

 

Pecado

 Nombre

<awen (÷w<,a;), «iniquidad; vanidad; dolor». Este término tiene dos cognados arábigos, <ana («estar fatigado, cansado») y <aynun («debilidad; dolor; pena»); además, está emparentado con el vocablo hebraico <ayin («nada»). La relación entre estos cognados, según algunos estudiosos, sugeriría que <awen significa la ausencia de todo lo que tiene verdadero valor. Por tanto, denotaría «sin valor moral alguno», lo cual es el caso donde hay maldad, designios malvados y maledicencia.

Otros eruditos aseveran que el término indica una «carga o dificultad penosa», es decir, que el pecado es un peso arduo y agotador de «penas y dolores», que el culpable acarrea sobre sí mismo o sobre otros. Esta acepción se encuentra en Sal 90.10: «Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, pronto pasan, y volamos». Un significado similar aparece en Pr 22.8: «El que siembra maldad cosecha desgracias; el Señor lo destruirá con el cetro de su ira» (nvi).

<awen puede servir de término general para denotar crimen u ofensa, como en Miq 2.1 (rva): «¡Ay de los que en sus camas planean iniquidad … !» (cf. Is 1.13). En algunos pasajes, el vocablo se refiere a falsedad o engaño: «Las palabras de su boca son iniquidad y fraude; ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien» (Sal 36.3). «Porque las imágenes han hablado vanidad» (Zac 10.2 rv; «iniquidad» lba). En Is 41.29 (rva) se dice que los ídolos engañan a sus seguidores: «He aquí que todos son iniquidad, y la obra de ellos nada es. Viento y vanidad son sus imágenes de fundición».

<asham (µv;a;), «pecado; culpa; ofrenda por el pecado; transgresión; ofrenda por una transgresión». Se encuentran cognados en arábigo: <ithmun («pecado; ofensa; delito; crimen»), <athima («pecar, errar, resbalar») y <athimun («pecaminoso; criminal; malvado; perverso»). Sin embargo, los términos arábigos no incluyen la idea de restitución. En los textos ugaríticos de Ras Shamra, el vocablo atm se encuentra en varios pasajes. Aunque no se puede constatar, los estudiosos creen que este término ugarítico podría significar «ofensa» u «ofrenda por el pecado».

<asham implica la condición de «culpa» debido a una ofensa, como en Gn 26.10: «Abimelec le dijo … Por poco pudiera haber dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros culpabilidad». La palabra puede referirse a la propia ofensa que acarrea culpa: «Porque no ha sido abandonado … aunque su tierra está llena de culpa delante del Santo de Israel» (Jer 51.5 lba). Una acepción semejante del término se encuentra en Sal 68.21: «Ciertamente Dios herirá la cabeza de sus enemigos, la testa cabelluda del que anda en sus pecados» (rvr; «delitos» lba; «crímenes» bj; «maldad» bla).

En la mayoría de los casos, <asham se refieren a la compensación que se paga para satisfacer al damnificado o bien a la «ofrenda por culpa u ofensa» que el culpable arrepentido presentaba después de pagar una compensación equivalente a las seis quintas partes del daño ocasionado (Nm 5.7–8). Esta «ofrenda por culpa» consistía del sacrificio de la sangre de un carnero: «Él traerá al sacerdote como sacrificio por la culpa un carnero del rebaño, sin defecto, evaluado según tú lo estimes. El sacerdote hará expiación por él, por su pecado cometido por inadvertencia, y le será perdonado» (Lv 5.18 rva; cf. Lv 7.5, 7; 14.12–13). La declaración teológica más significativa que contiene el vocablo <asham está en Is 53.10, que dice que el siervo de Yahveh se declaró <asham en favor de una humanidad pecaminosa. Esto sugiere que su muerte brindó una compensación de 120% por la ley quebrantada de Dios.

>amal (lm;[;), «mal; pena; infortunio; daño; queja; maldad; trabajo». Este nombre está relacionado con el verbo hebreo >amal («trabajar»). El cognado arábigo >amila significa «cansarse de arduo trabajo». El vocablo arameo >amal quiere decir «hacer», pero sin que esto necesariamente involucre ardua labor. El uso fenicio y cananeo del término se aproxima más al arábigo; el libro de Eclesiastés (que demuestra una considerable influencia fenicia) es un claro ejemplo de este uso: «Asimismo, aborrecí todo el duro trabajo con que me había afanado debajo del sol» (Ec 2.18 rva). «Y también, que es un don de Dios que todo hombre coma y beba y goce del fruto de todo su duro trabajo» (Ec 3.13 rva). Un ejemplo relacionado aparece en Sal 107.12 (rva): «Por eso sometió sus corazones con dura labor; cayeron, y no hubo quien les ayudase».

En general, >amal se refiere a los problemas y sufrimientos que el pecado causa al pecador o bien a los problemas que esto provoca para otros. En Jer 20.18 se describe el dolor que recae sobre el pecador: «¿Para qué salí del vientre? ¿Para ver trabajo [`amal] y dolor [yagoÆn], y que mis días se gastasen en afrenta? Otro caso se encuentra en Dt 26.7: «Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción [>onéÆ], nuestro trabajo [`amal] y nuestra opresión [lahas]».

Job 4.8 (rva) ilustra el significado de problema como malicia contra otros: «Como he visto, los que aran iniquidad [<awen] y siembran sufrimiento [`amal] cosechan lo mismo». El vocablo se encuentra en Sal 140.9 (rva): «En cuanto a los que me rodean, la maldad de sus propios labios cubrirá sus cabezas». En Hab 1.3 (rva) también se hace referencia a las aflicciones que infligimos a otros: «¿Por qué me muestras la iniquidad [<awen] y me haces ver la aflicción [>amal]? He aquí que surgen pleitos y contiendas; la destrucción y la violencia están delante de mí».

>awon (÷/[;), «iniquidad». Este vocablo derivado de la raíz >awah, significa «doblado, doblegado, torcido, pervertido» o bien «torcer y perverso». El cognado arábigo >awa quiere decir «torcer, doblegarse»; algunos estudiosos consideran que el verdadero cognado es el término arábigo ghara («desviarse del camino»), pero hay menos justificación para esta interpretación. >Awon presenta el pecado como perversión de la vida («torcerla fuera del camino correcto»), una perversión de la verdad («torcer hacia el error»),o una perversion de la voluntad («doblar la rectitud a una desobediencia deliberada»). El vocablo «iniquidad» es la mejor palabra equivalente, a pesar de que el significado real de la raíz latina iniquitas es «injusticia; falta de equidad; hostilidad; contrariedad».

>awon aparece a menudo en el Antiguo Testamento en paralelismo con otros vocablos que expresan pecado, tales como jattat<t («pecado») y pesha («transgresión»). Algunos ejemplos se encuentran en 1 S 20.1: «David … acudió a Jonatán y le dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿Cuál es mi maldad [>awon], o cuál es mi pecado [jatta<t] contra tu padre, para que él trate de quitarme la vida?» (rva; cf. Is 43.24; Jer 5.25). Véase también Job 14.17 (rva): «Mi transgresión [pesha] tienes sellada en una bolsa y recubres mi iniquidad [>awon]» (cf. Sal 107.17; Is 50.1).

El malhechor penitente reconoce su «iniquidad» en Is 59.12 (rva): «Porque nuestras transgresiones se han multiplicado delante de ti, y nuestro pecado ha testificado contra nosotros. Porque con nosotros permanecen nuestras transgresiones; reconocemos nuestras iniquidades» (cf.1 S 3.13). La «iniquidad» debe confesarse: «Aarón pondrá sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo y confesará sobre él todas las iniquidades, las rebeliones y los pecados de los hijos de Israel» (Lv 16.21 rva). «Los del linaje de Israel … confesaban sus pecados y la iniquidad de sus padres» (Neh 9.2 rva; cf. Sal 38.18).

La gracia de Dios puede quitar o perdonar la «iniquidad»: «Y a él le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te vestiré de ropas de gala» (Zac 3.4 rva; cf. 2 S 24.10). La propiciación divina puede cubrir nuestra «iniquidad»: «Con misericordia y verdad se expía la falta, y con el temor de Jehová uno se aparta del mal» (Pr 16.6; cf. Sal 78.38).

>awon puede indicar la «culpa de la iniquidad», como en Ez 36.31: «Y os acordaréis de vuestros malos caminos … y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades, y por vuestras abominaciones» (cf. Ez 9.9). El vocablo puede también indicar el «castigo por la iniquidad»: «Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto» (1 S 28.10). En Éx 28.38, >awon sirve de complemento a nasha («cargar, llevar, perdonar»), y señala cargar el castigo por la «iniquidad» de otros. En Is 53.11 leemos que el siervo de Yahveh carga con las consecuencias de las «iniquidades» de una humanidad pecaminosa, incluyendo Israel.

rasha> ([v;r;), «malvado; criminal; culpable». Algunos estudiosos relacionan este vocablo y el término arábigo rash>a («estar flojo, suelto o dislocado»), si bien ese término es escaso en arábigo literario. El cognado arameo resha> significa «ser malvado» y el siríaco apel («hacer maldad»).

En general rasha> expresa cierta turbulencia y agitación (desasosiego; cf. Is 57.21) o algo que está dislocado o mal organizado. Por eso, Robert B. Gilderstone sugiere que el vocablo tiene que ver con la agitación y confusión en la que los malvados viven y al desasosiego constante que causan en otros.

En algunos casos, rasha> tiene el sentido de «ser culpable de un crimen»: «No suscitarás rumores falsos, ni te pondrás de acuerdo con el impío para ser testigo perverso» (Éx 23.1 rva); «Quita de la presencia del rey al malvado, y el rey afirmará su trono en la justicia» (Pr 25.5 nvi). «El testigo perverso se burla del juicio, y la boca de los impíos expresa iniquidad» (Pr 19.28 rva; cf. 20.26). Indultar al «malvado» se considera un crimen abominable: «Absolver al culpable y condenar al inocente son dos cosas que el Señor aborrece» (Pr 17.15 NBI; cf. Éx 23.7).

El rasha> es culpable de hostilidad hacia Dios y su pueblo: «¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! ¡Con tu espada rescátame de los malvados!» (Sal 17.13 nvi); «Acábese ya la maldad de los impíos, y establece al justo» (Sal 7.9 rva). El vocablo se refiere al pueblo de Babilonia en Is 13.11 y a los caldeos en Hab 1.13.

jatta<t (taF;j'), «pecado; pecado-culpa; pecado-purificación; ofrenda por el pecado». El nombre jatta<t aparece unas 293 veces y durante todos los períodos de la literatura bíblica.

El matiz bíblico de este vocablo es «pecado»: errar en el camino o no dar en el blanco (155 veces). Jatta<t puede indicar una ofensa en contra del prójimo: «Entonces Jacob se enojó, y riñó con Labán; y respondió Jacob y dijo a Labán: ¿Qué transgresión [pesha] es la mía? ¿Cuál es mi pecado [jatta<t], para que con tanto ardor hayas venido en mi persecución?» (Gn 31.36). Un pasaje como este comprueba que jatta<t no es simplemente otro término general para «pecado»; puesto que Jacob usó dos palabras diferentes es probable que quisiera resaltar dos matices distintos. Además, un estudio a fondo de términos muestra que jatta<t tiene diferencias fundamentales con otras palabras que se traducen «pecado».

En gran parte, el vocablo se refiere a pecado contra Dios (Lv 4.14). Los seres humanos deben volverse del «pecado», que es un camino, un estilo de vida o una acción que se aparta de aquello que Dios ha fijado (1 R 8.35). Por tanto, deben apartarse del «pecado» (2 R 10.31), preocuparse por ello (Sal 38.18) y confesarlo (Nm 5.7). El nombre se encuentra por primera vez en Gn 4.7, donde Caín recibe la advertencia de que el «pecado está a la puerta». Quizás esta cita dé paso a un segundo matiz del término, el «pecado» en general. Sin lugar a dudas, este énfasis se halla en Sal 25.7 (rva), donde el nombre se refiere al pecado rebelde (que por lo general se indica con pasha): «No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis rebeliones».

En algunos pasajes el término expresa la culpa o condición de pecado: «Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta mas y mas, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo» (Gn 18.20).

En dos pasajes, el vocablo también quiere decir «purificación del pecado»: «Así harás con ellos para purificarlos: Rocía sobre ellos el agua para la purificación» (Nm 8.7 rva; cf. 19.9).

Jatta<t significa «ofrenda por el pecado» 135 veces. La ley de la «ofrenda por el pecado» está registrada en Lv 4–5.13; 6.24–30. Esta era una ofrenda por algún pecado específico que se cometía por ignorancia, sin querer hacerlo y tal vez sin darse cuenta de ello (Lv 4.2; 5.15).

El nombre jet<, también derivado del verbo jatta<, se encuentra 33 veces en hebreo bíblico. El vocablo significa «pecado» en el sentido de no alcanzar el blanco o desviarse del camino. Esto puede consistir de algún pecado contra el prójimo (Gn 41.9: primer caso del término) o en contra de Dios (Dt 9.18). Segundo, indica la «culpa» que acompaña un acto como este (Nm 27.3). El salmista confesó que su madre se encontraba en una condición de pecado y culpa cuando lo concibieron (Sal 51.5; cf. Ro 5.12). Por último, varios pasajes usan este vocablo para comunicar la idea del «castigo por el pecado» (Lv 20.20).

Además de nombre, jatta<t, a partir de su raíz, se usa también como adjetivo (enfático) 119 veces. Se habla de los seres humanos como «pecadores» (1 S 15.18) que están sujetos al castigo por su ofensa (1 R 1.21). La primera vez que el término se usa como adjetivo es en Gn 13.13 (rva): «Los hombres de Sodoma eran malos y muy pecadores contra Jehová».

 Adjetivo

rasha> ([v;r;), «malvado; culpable». En el ejemplo típico que encontramos en Dt 25.2, el adjetivo se refiere a una persona que es «culpable de un crimen»: «Sucederá que si el delincuente [culpable lba] merece ser azotado, el juez lo hará … azotar en su presencia» (rva, cf. rvr). Una alusión semejante se halla en Jer 5.26 (rva): «Porque en mi pueblo se encuentran impíos que vigilan como quien ha puesto una trampa. Ponen objetos de destrucción y atrapan hombres». En 2 S 4.11 (lba), rasha> se refiere específicamente a asesinos: «¿Cuánto más, cuando hombres malvados han matado a un hombre justo en su propia casa y sobre su cama?». La expresión «culpable de muerte» (rasha> lamuÆt) aparece en Nm 35.31 para indicar un asesino. Faraón reconoce que él y su gente son «impíos», culpables de hostilidad hacia Dios y su pueblo (Éx 9.27).

ra> ([r'), «malo; maligno; malvado; terrible». Los estudiosos no están de acuerdo en cuanto a la raíz de este término. Algunos creen que el término acádico raggu («perverso; malo») puede ser el cognado. Otros derivan el vocablo de la palabra hebrea ra> a> («quebrar, destrozar, aplastar»), que es un cognado del hebreo ratsats («quebrar, destrozar»); a su vez ratsats se relaciona con el arábigo radda («aplastar, magullar»). Si esta derivación fuera exacta, implicaría que la acepción de ra> es pecado en cuanto a sus daños destructivos; pero la significación no es apropiada en algunos de los contextos en que se halla.

Ra> se refiere a lo que es «malo» o «maligno» en una amplia variedad de aplicaciones. La mayoría de los casos del término significan algo que es moralmente malo o dañino, a menudo con referencia a seres humanos: «Entonces intervinieron todos los malos y perversos que había entre los hombres que habían ido con David» (1 S 30.22 rva). Y Ester dijo: «El enemigo y adversario es este malvado Amán» (Est 7.6). «Allí claman, pero él no responde, a causa de la soberbia de los malos» (Job 35.12 rva; cf. Sal 10.15). Ra> también sirve para denotar palabras (Pr 15.26), pensamientos (Gn 6.5) o acciones perversas (Dt 17.5; Neh 13.17). Ezequiel en 6.11 (rva) predice consecuencias nefastas para Israel como resultado de sus acciones: «Así ha dicho el Señor Jehová: Golpea con tu mano y pisotea con tu pie, y di: ¡Ay de todas las terribles abominaciones de la casa de Israel! Porque con espada, hambre y peste caerán».

Ra> puede significar «malo» o desagradable en el sentido de causar dolor o infelicidad: «Y Jacob respondió a Faraón … pocos y malos han sido los días de los años de mi vida» (Gn 47.9). «Al oír el pueblo esta mala noticia, ellos hicieron duelo» (Éx 33.4 rva; cf. Gn 37.2). «La disciplina le parece mal al que abandona el camino, y el que aborrece la reprensión morirá» (Pr 15.10 rva).

Ra> puede también indicar ferocidad o fiereza: «Envió sobre ellos el furor de su ira, enojo, indignación y angustia, como delegación de mensajeros destructores [ra>]» (Sal 78.49 rva). «Alguna mala fiera lo devoró» (Gn 37.20 rva; cf. Gn 37.33; Lv 26.6).

En casos menos frecuentes, ra> sugiere severidad: «Porque así dice el Señor Dios: ¡Cuánto más cuando yo envíe mis cuatro terribles juicios contra Jerusalén!» (Ez 14.21 lba, cf. Dt 6.22); molestia: «Y el Señor apartará de ti toda enfermedad; y no pondrá sobre ti ninguna de las enfermedades malignas de Egipto» (Dt 7.15 lba; cf. Dt 28.59); muerte: «Cuando yo arroje contra vosotros las flechas malignas del hambre, que son para destrucción» (Ez 5.16 rva; cf. «maligna espada», Sal 144.10); o tristeza: «El rey me preguntó: ¿Por qué está triste tu rostro?» (Neh 2.2 rva).

El vocablo se usa también para denotar calidad pobre o inferior, como por ejemplo una «mala» tierra (Nm 13.19), «higos muy malos» (Jer 24.2), vacas «de mal aspecto» (Gn 41.3, 19) o un animal sacrificial inaceptable (Lv 27.10, 12, 14).

En Is 45.7 (rva), Yahveh describe sus acciones diciendo: «Yo soy … quien hace la paz y crea la adversidad [ra>]». En este contexto, el vocablo no se refiere al «mal» en sentido ético; se entiende más bien lo contrario de shaloÆm («paz; salud; bienestar»). Encontramos en todo el versículo la afirmación de que un Dios soberano absoluto, el Señor, crea un universo bajo el gobierno de un orden moral. La calamidad y el infortunio provienen sin lugar a duda de la maldad de personas sin Dios.

 Verbo

>abar (rb'[;), «transgredir, quebrantar, cruzar, sobrepasar». >Abar a menudo entraña el sentido de «transgredir» o «infringir» un pacto (acuerdo o mandamiento), o sea, que el infractor «sobrepasa» los límites establecidos por la Ley de Dios y cae en transgresión y culpa. Esta acepción se encuentra en Nm 14.41 (rva): «Pero Moisés dijo: ¿Por qué traspasáis el mandato de Jehová? Esto no os saldrá bien». Otro ejemplo está en Jue 2.20 (rva): «Entonces el furor de Jehová se encendió contra Israel, y dijo: Puesto que este pueblo ha quebrantado mi pacto que yo establecí con sus padres, y no ha obedecido mi voz» (cf. 1 S 15.24; Os 8.1).

Más a menudo, >abar ilustra la acción de «cruzar» o «sobrepasar». (El término latino transgredidor, del que se deriva el término transgredir en castellano, tiene el significado similar de «ir más allá» o «cruzar».) El vocablo tiene que ver con cruzar un arroyo o límite («pasar», Nm 21.22), invadir un país («cruzar», Jue 11.32 lba), cruzar una frontera para atacar a un ejército enemigo («atravesar», 1 S 14.4 bla), pasar encima («sobrepasar», Is 51.23, cf. lvp), desbordar las riberas de un río o de alguna otra barrera natural («inundar», Is 23.10 lba), pasar una navaja sobre la cabeza («cortar», Nm 6.5 nbe) y el pasar del tiempo («sobrevenir», 1 Cr 29.30 bj).

jatta (aF;j;), «errar, pecar, ser culpable, perder un derecho, purificar». Hay 238 casos de este verbo en todas las secciones del Antiguo Testamento. Se halla también en asirio, arameo, etiópico, sabeo y arábigo.

Jueces 20.16 (rva) ilustra el significado básico del verbo: había 700 soldados benjamitas zurdos, «todos los cuales tiraban una piedra con la honda a un cabello, y no fallaban». Este significado se amplía en Pr 19.2: «Mucho yerra [«comete errores», cf. lvp; «peca» rvr, rva, nrv; «se extravía» bj, lba; «tropieza» nbe] quien mucho corre» (nvi). En Gn 31.39 (rva) encontramos la forma intensiva: «Jamás te traje los restos del animal despedazado; yo pagaba el daño».

De este significado básico surge el uso principal de jatta en el Antiguo Testamento: fracaso moral hacia Dios y a los seres humanos e incluso algunas de sus consecuencias. Encontramos el primer caso del verbo en Gn 20.6, la palabra de Dios a Abimelec después que tomó a Sara: «Yo sé muy bien que lo hiciste de buena fe. Por eso no te dejé tocarla, para que no pecaras contra mí» (lvp; cf Gn 39.9).

Encontramos una definición del pecado contra Dios en Jos 7.11: «Israel ha pecado y también ha transgredido mi pacto que les ordené» (lba). Véase también Lv 4.27: «Si alguno del pueblo de la tierra peca por inadvertencia, transgrediendo alguno de los mandamientos de Jehovah respecto a cosas que no se deben hacer, es culpable» (rva). El mismo verbo puede referirse a los resultados de hacer el mal, como en Gn 43.9: «Seré ante ti el culpable para siempre». Después de prohibir las prácticas adúlteras, Dt 24.1–4 concluye: «Es abominación delante de Jehovah, y no has de pervertir la tierra» (rvr); dice lba: «No traerás pecado sobre la tierra». En forma parecida se dice de los que pervierten la justicia «que hacen que una persona sea acusada por una palabra» (Is 29.21 lba). Esto nos lleva al significado en Lv 9.15 (rva): «Tomó el macho cabrío … lo degolló y lo ofreció por el pecado». El efecto que causan las ofrendas por el pecado se describe en Sal 51.7: «Purifícame con hisopo, y seré limpio» (cf. Nm 19.1–13). Otro efecto se halla en la palabra del profeta para una Babilonia malvada: «Has pecado contra tu vida» (Hab 2.10 rvr; «corrompido» rva; «malogrado» nbe; «contra ti mismo pecas» bj; «te has echado encima el mal» bla).

El término se aplica a actos cometidos en prejuicio de personas, como en Gn 42.22 (rva): «¿No os hablé yo, diciendo: No pequéis contra el muchacho … ?»; y en 1 S 19.4: «No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha cometido ningún pecado contra ti» («daño» bla; «ofender» nbe; «cometer mal» lvp).

La Septuaginta traduce este grupo de términos con hamartanoo y nombres derivados 540 veces. Es así como lo encontramos 265 veces en el Nuevo Testamento. El hecho de que «todos pecaron» se continúa enfatizando en el Nuevo Testamento (Ro 3.10–18, 23; cf. 1 R 8.46; Sal 14.1–3; Ec 7.20). La contribución neotestamentaria es que Cristo, «habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la diestra de Dios, esperando de allí en adelante hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies. Porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los santificados» (Heb 10.12–14 rva).

Muerte, Morir

 Nombre

mawet (tw<,m;), «muerte». Este vocablo se encuentra 150 veces en el Antiguo Testamento. El término mawet aparece a menudo como antónimo de jayyéÆm («vida»): «Llamo hoy por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que he puesto delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tus descendientes» (Dt 30.19 rva). Mawet se usa más en lenguaje poético que en los libros históricos: de Job a Proverbios unas 60 veces, entre Josué y Ester 40 veces; pero en los profetas mayores, unas 25 veces.

La «muerte» es el fin natural de la vida humana sobre esta tierra; es una dimensión del castigo de Dios sobre los hombres: «Pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás» (Gn 2.17 rva). Por tanto, todos los seres humanos mueren: «Si estos mueren como mueren todos los hombres … entonces Jehová no me ha enviado» (Nm 16.29 rva). El Antiguo Testamento usa «muerte» en frases como «el día de mi muerte» (Gn 27.2) y «año de muerte» (Is 6.1); y también usa el término en relación con algún acontecimiento previo (Gn 27.7, 10) o posterior (Gn 26.18) a la defunción de alguna persona.

La «muerte» puede sobrevenir a cualquiera violentamente o como ajusticiamiento: «Si un hombre ha cometido pecado que merece la muerte, por lo cual se le ha dado la muerte, y le has colgado de un árbol, no quedará su cuerpo en el árbol durante la noche» (Dt 21.22–23 rva). Saúl se refirió a David como «hijo de muerte» [«reo de muerte» bj] porque tenía la intención de matarlo (1 S 20.31; cf. Pr 16.14). Reflexionando sobre una de sus experiencias, David compone un salmo en el que relata su cercanía con la muerte: «Ciertamente me rodearon las olas de la muerte, y los torrentes de la perversidad me atemorizaron. Me rodearon las ligaduras del Seol; me confrontaron los lazos de la muerte» (2 S 22.5–6 rva; cf. Sal 18.5–6). Isaías predijo que el Siervo Sufriente tendría una muerte violenta: «Se dispuso con los impíos su sepultura, y con los ricos estuvo en su muerte. Aunque nunca hizo violencia, ni hubo engaño en su boca» (Is 53.9 rva).

Otra causa de «muerte» puede ser una plaga. En una ciudad asediada, debilitada por pésimas condiciones sanitarias, la población diezmaría. Jeremías se refiere a esta clase de muerte en Egipto y lo atribuye al juicio de Dios (Jer 43.11); en este caso se trata de «muerte» por causa de hambre y pestilencia. Lamentaciones describe la situación de Jerusalén antes de su caída frente a los caldeos: «En la calle la espada priva de hijos; en la casa es como la muerte» (Lm 1.20 rva; cf. también Jer 21.8–9).

Finalmente, el vocablo mawet denota el «reino de los muertos» o she>oÆl. Este lugar de muerte tiene puertas (Sal 9.13; 107.18) y cámaras (Pr 7.27); el camino de los malos conduce a esta morada (Pr 5.5).

Isaías esperaba el fin de la «muerte» cuando se restableciera plenamente el reinado del Señor: «Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho» (Is 25.8). Sobre la base de la resurrección de Jesús, Pablo argumenta que el hecho arriba predicho ya ocurrió (1 Co 15.54); por otro lado, Juan esperaba con ansias la resurrección cuando Dios va a enjugar toda lágrima (Ap 21.4).

TemuÆtah significa «muerte». Encontramos un caso en Sal 79.11 (rva): «Llegue a tu presencia el gemido de los presos. Conforme a la grandeza de tu brazo, preserva a los sentenciados a muerte [lit. «hijos de muerte»]» (cf. Sal 102.20).

MamoÆt se refiere también a «muerte». El término aparece en Jer 16.4: «De enfermedades dolorosas morirán» (cf. Ez 28.8).

Verbo

muÆt (tWm), «morir, matar». Este verbo se encuentra en todas las lenguas semíticas (incluyendo en arameo bíblico) desde los tiempos más tempranos y también en egipcio. Hay unos 850 casos del verbo en hebreo bíblico durante todos los períodos.

En esencia, muÆt significa «perder la vida». El término se refiere a «muerte» física, tanto de hombres como de animales. En Gn 5.5 se relata que Adán vivió «novecientos treinta años, y murió». Jacob explica a Esaú que los más tiernos de su ganado podrían «morir» si se les apuraban (Gn 33.13). En un caso este verbo se usa también para referirse a la cepa de un árbol (Job 14.8). De vez en cuando, muÆt se aplica metafóricamente a la tierra (Gn 47.19) o a la sabiduría (Job 12.2). Además, tenemos una expresión única hiperbólica que dice que el corazón de Nabal había «muerto» dentro de él, como una manera de decir que se sentía sobrecogido por un gran temor (1 S 25.37).

En el radical intensivo del verbo, esta raíz se refiere al golpe de gracia que se imparte a alguien que está a punto de «morir». Abimelec, cuando una piedra de molino destrozo su cabeza, pidió a su escudero que lo matara (Jue 9.54). Es más usual el radical causativo de este verbo que puede significar «causar la muerte» o «matar». Dios «causa muerte» y da vida (Dt 32.39). Por lo general, en estos casos el sujeto y el predicado de las acciones son personas, aunque hay excepciones como cuando los filisteos personifican el arca del testimonio; quieren deshacerse de él para que no los «mate» (1 S 5.11). Otra excepción: los animales pueden ser causantes de «muerte» (Éx 21.29). En fin, el término describe el acto de «matar» en su sentido más amplio, incluso durante conflictos bélicos y al cumplir sentencias de ejecución (Jos 10.26).

Dios sin duda es el árbitro final de la vida y la muerte (cf. Dt 32.39). Esta idea se destaca con particular claridad en el relato de la creación, donde Dios dice al hombre que de cierto morirá si come de la fruta prohibida (Gn 2.17: primera mención del vocablo). Al parecer, la muerte no existía antes de esto. En el diálogo entre la serpiente y Eva, esta asocia la desobediencia con la muerte (Gn 3.3). La serpiente repitió las palabras divinas, contradiciéndolas (Gn 3.4). Cuando Adán y Eva comieron la fruta, les sobrevino, a ellos y a sus descendientes, la muerte espiritual y física (cf. Ro 5.12). De inmediato experimentaron la muerte espiritual y como consecuencia sintieron vergüenza e intentaron cubrir su desnudez (Gn 3.7). El pecado y/o la presencia de muerte espiritual requiere que se cubra, pero la provisión humana no es suficiente; por tanto, Dios ofrece su vestidura con la promesa de redención (Gn 3.15) y en forma tipológica, les cubrió con pieles de animales (Gn 3.21).