Traducido por Lasaro Flores
El Orgullo y
El Prejuicio
Antes que vine a entender y abrazar la doctrina
Bíblica de la gracia resucitadora, yo estaba alejado por una
combinación de
factores. Una razón, por supuesto, era mis propios prejuicios y
la ignorancia.
Ciertas verdades tienden a frotar la piel teológica en una
manera mal, y ellos
han tenido esa tendencia por lo menos desde el tiempo de Pablo (Romanos
9:19).
Pero había otra razón. Tenía el problema porque mi
ignorancia y los prejuicios
fueron reforzados a veces por cómo oí
estos asuntos presentados. Consecuentemente, pensé que
entendía lo que de hecho
no entendía.
Escribo sobre un tal tema, por lo tanto, con alguna
inquietud. Yo no tengo el deseo de descaminar a cristianos
compañeros en un
asunto tan importante; nuestro tema es de la resurrección a la
vida eterna; por
lo tanto, debemos empezar la discusión dentro del sostén
sentado por la Palabra
de Dios.
La
Terminología Bíblica
¿Qué es la condición del hombre
antes de la
regeneración? ¿Cómo es lo mejor que podemos
describirlo? El mejor lugar para
empezar está con la descripción Bíblica y los
términos Bíblicos. Cuándo el
Señor mostró al profeta Ezequiel el valle de los huesos
secos, Él le dijo, “Hijo del hombre,
¿vivirán estos huesos? Y
dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Díjome
entonces: Profetiza sobre estos huesos,
y diles: Huesos secos, oid palabra de Jehová. Así ha
dicho el Señor Jehová á
estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en
vosotros, y viviréis"
(Ezequiel 37:3-5).
Antes de la regeneración, no somos nada sino
huesos
secos. El hombre irregenerado está muerto en su
transgresión y pecado (Efesios
2:1-2; Colosenses 2:13). Él no está enfermo, él no
está doliente; él está
muerto. Ahora, en decir que él está muerto en este
respeto no es afirmar que él
está físicamente muerto, ni muerto en cada aspecto de su
ser. Esto significa
simplemente que él está muerto con respecto a las cosas espirituales. El no tiene conexión con la
vida del Espíritu,
que viene sólo como una dádiva de Dios. Porque el hombre
está muerto, él tiene
que nacer otra vez (Juan 3:5-7). Porque él está muerto en
el pecado, él es
hostil a Dios y no se someterá a Sus leyes. Aun más,
él no puede someterse a
Sus leyes (Romanos 8:7-8). El hombre natural es incapaz de entender las
cosas espirituales,
y ya que el evangelio está en el grado anterior de las cosas
espirituales que
requieren la comprensión de lo espiritual, esto significa que el
hombre natural
no tiene la habilidad para comprender el
evangelio (1 Corintios 2:14).
Alguien
puede oponerse aquí y decir que el evangelio se
diseñó para
hombres irregenerados; ¿cómo podemos decir que los
hombres irregenerados no lo
pueden entender? En contestar, yo concuerdo que el evangelio se
diseñó para
hombres irregenerados, pero niego que fuera intentado de funcionar
aparte de la
resurrección dada por el Espíritu de Dios. A menos que la
regeneración ocurra,
el evangelio, como todas las cosas espirituales, se queda jerigonza al
hombre
natural. Como Pablo dice en 1 Corintios 1:18, “...la
palabra de la cruz es locura á los que se pierden; mas á
los que
se salvan, es á saber, á nosotros, es potencia de Dios” (ve
también 2 Corintios 2:15
y 4:3). Note lo que es insensato para
él; es el mensaje de la cruz.
Porque
el hombre está en esta condición, él no puede
venir a Cristo a
menos que él sea traído por el Padre (Juan 6:44,65), por
medio del Espíritu
(Juan 3:5-8). Esto significa que un evangelista Bíblico debe
predicar, como
Ezequiel, en un cementerio. El no
predica en un barrio del hospital, tratando de obtener a los pacientes
a tomar
la medicina. Los que predican el evangelio no son reclutadores; ellos
son
heraldos e instrumentos de una resurrección dada de Dios. En
alcanzar esto, los
muertos no cooperan en su resurrección. Los muertos tienen algo
que deben de
hacer (arrepentirse y creer), pero ellos no lo hacen hasta que les sean
dados
la vida.
Otro
retrato utilizado por la Escritura para comunicar esta verdad es el
retrato de la esclavitud. Así como un muerto no es libre para
andar por
dondequiera, así un esclavo no es libre para irse. Jesús
nos enseña que todos
que cometen pecado son esclavos del pecado (Juan 8:34). Pablo recuerda
a los
cristianos romanos que ellos en un tiempo eran esclavos al pecado y
libres del
control de la rectitud (Romanos 6:20). En Tito 3:3, él dice que
todos nosotros
en un tiempo éramos insensatos y esclavos a varias pasiones.
Desemejante a la
esclavitud física, es imposible escapar de esta esclavitud ya
que el amo es
nuestra propia naturaleza torcida -- nuestras propias pasiones y las
lujurias. Dondequiera
que vamos, allí estamos.
La Terminología Teológica
En
tales discusiones como esta, la terminología teológica
extra-bíblica
es una bendición y un estorbo. Es una bendición porque
nos permite a precisar
nuestras definiciones con mejor precisión. Esto es necesario
porque hay muchos
cristianos evangélicos que no están dispuestos a
someterse a ciertas verdades de la Escritura, pero
ellos son forzados a concordar con las frases
de la Escritura. Así que ellos concordarían, por ejemplo,
que el hombre está
muerto en sus pecados porque Efesios lo dice. Pero ellos entonces
acelerarían
para agregar que "muerto" no significa muerto y que no
debemos apretar tales figuras de hablar demasiado
lejos. Cuando tal discusión progresa, el defensor de la verdad
Bíblica es
forzado a utilizar otras palabras y frases que comunicarán el
concepto Bíblica.
El estorbo reposa en el hecho que tales frases
extra-bíblicas no son inspiradas y no siempre pueden comunicar
efectivamente.
Por ejemplo, la doctrina de la depravación total del hombre
suena como que si estamos
afirmando la depravación absoluta del
hombre, es decir, que el hombre es tan malo como él posiblemente
podría ser.
Esto es obviamente muy falso. El hombre es forzado y es refrenado de
una
depravación tan absoluta por la gracia común de Dios.
La
doctrina de la depravación total es esto: el hombre es
totalmente
incapaz de contribuir a su propia salvación en cualquier manera,
porque él está
muerto en sus pecados. Por ejemplo, la resurrección de
Lázaro no era un
esfuerzo conjunto entre Cristo y Lázaro. Lázaro
salió porque él fue levantado, y
no para ser levantado.
Lo Qué Implica La Negación
La
negación de la incapacidad total del hombre últimamente
socavará
nuestra fe en la necesidad del nuevo nacimiento y de la
proclamación
evangélica. ¿Por qué?
La Escritura nos enseña que la fe complace a Dios.
También nos enseña que deberemos vivir nuestras vidas
cristianas la misma manera que
empezamos nuestras vidas cristianas (Gálatas 3:1-6;
Colosenses 2:6). Ahora, si los hombres irregenerados, en
su propio, son capaces de la fe salvadora, sin haber sido
regenerados por el Espíritu de Dios, entonces ellos deben de ser
capaces de
continuar en ejercitar esa misma clase de fe, después que son
salvados, sin
cualquier ayuda del Espíritu de Dios.
Si
un hombre puede llegar a
ser creyente de su propio, entonces él puede continuar en creer
de sí mismo. Y
si él puede continuar de creer de sí mismo, entonces
¿qué cumplió la
regeneración? La Biblia nos enseña que la vida cristiana
empieza con la fe,
continúa en la fe, y concluye en la fe (Romanos 1:17). La base
de toda piedad
es la fe, y la negación de la inhabilidad total del hombre
quiere decir que los
incrédulos son capaces de colocar esa base para toda piedad de
sí mismos. Incluso
si uno discuta que el Espíritu Santo regenera a un hombre
después que él cree,
tal regeneración es superflua. ¿Para qué es
entonces? ¿Qué es lo que hace? En este
punto de vista, muy ciertamente no capacita al hombre a creer ni
confiar en
Dios. Ello apenas honra al Espíritu resucitador en decir que Su
trabajo es de
seguir de cerca.
El
apóstol Pablo reprendió a los de Gálatas cuando se
olvidaron que
habían empezado oyendo con la fe y luego procuraron terminar el
trabajo por el
esfuerzo humano. En considerar su respuesta a este error, dudo que
él hubiera
pensado mucho de la confusión que invierte la orden -- empezando
por el
esfuerzo humano y luego terminando por el Espíritu.
Puesto
embotadamente, esto es la suma total: Si soy salvado, soy
santificado, y soy glorificado por la fe (lo cual la Biblia
enseña), y la fe es
posible aparte de la regeneración (lo cual una negación
de la incapacidad total
afirma), entonces la salvación, la santificación, y la
glorificación son
posibles sin la regeneración. Y ese razonamiento socava la
necesidad del
evangelio eterno y perdurable.
Los Carritos y Los Caballos
Dios
da los ojos, y entonces nosotros vemos. Dios da la vida, y entonces
nosotros vivimos. Porque es Dios, “que
mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que
resplandeció en
nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en
la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4:6).
Contraste esta manera Bíblica de pensamiento con
la
alternativa. Yo vi, y así que Dios me dio ojos. Yo me
vivifiqué, y así que Dios
me dio una resurrección. La luz salió de mi
corazón, así que Dios dijo, "Sea la luz”
(Génesis 1:3). Esto es
obviamente incorrecto; es Dios, Pablo
dice, quien ordenó la luz que saliera de la oscuridad. Es Dios quien ordenó que brillara en nuestros
corazones.
Note
la comparación en este pasaje entre la dádiva de la nueva
vida y la
creación del universo material. Se soporta en mencionar que la
creación
material estaba ex nihilo -- de nada.
Pablo afirma lo mismo acercas de la nueva creación; es
también de nada.
La
creación no ayuda al Creador en el trabajo de la
creación; el Creador
actúa unilateralmente. El dilema para los evangélicos que
quieren negar la
incapacidad total es esto: o Dios debe empezar el trabajo resucitador
de la
salvación porque los hombres perdidos están muertos, o
los hombres perdidos son
capaces de empezar el proceso de su salvación de sí
mismos por medio de la fe
salvadora. Si el anterior, entonces damos la bienvenida y nos
saludamos. Si el
último, entonces sigue que los hombres perdidos pueden terminar
lo que ellos
empezaron, y somos confrontados con un evangelio falso. Es decir, no
hay un
lugar coherente para parar entre la teología Reformada por una
parte, y una
teología Pelagiana en el otro. Por supuesto, muchos de los
evangélicos no
terminan en un campo ni el otro, pero eso ha de ser considerado un
triunfo de
contradicción.
La Conclusión
La
Biblia no nos permite que nos jactemos de todo en nuestra
salvación: "Mas de él sois vosotros en
Cristo
Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, y
justificación, y
santificación, y redención: Para que, como está
escrito: El que se gloría,
gloríese en el Señor" (1 Corintios 1:30-31).
Si un
hombre ha sido levantado de los muertos, hay mucha causa para el
regocijo; no
hay ninguna causa para el orgullo. Y cuando todo jactar del humano se
quita, ¿qué
es lo que queda? Nada de nosotros, sino hay un océano infinito
de la gracia. Mi esperanza seria y oración es
que más y más cristianos se embarquen en ese
océano, hasta no haber tierra a la
vista.
Douglas Wilson es un Redactor Contribuidor de
Antítesis.
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