La Perseverancia De Los Creyentes

Exposición de la Doctrina:

      Aquellos a quienes Dios ha hecho aceptos en el amado, ha llamado eficazmente y santificado por su Espíritu, no pueden caer total ni finalmente del estado de Gracia; sino que ciertamente perseverarán hasta el fin y serán salvos eternamente. Es decir, todos aquellos que son verdaderos creyentes, aunque es posible que caigan en pecado temporalmente, eventualmente retornarán y serán salvos. Esta no es una doctrina aislada, sino una parte importante dentro de: LAS DOCTRINAS DE LA GRACIA.

      Las Doctrinas de la elección y de la Gracia eficaz, implican lógicamente la salvación segura de aquellos que reciben estas bendiciones. Si Dios ha escogido absoluta e incondicionalmente a ciertas personas para vida eterna, y si su Espíritu aplica eficazmente a estas, los beneficios de la redención, entonces la conclusión ineludible es que estas personas serán eternamente salvas. Históricamente esta doctrina ha sido sostenida casi por todos los Calvinistas y negada prácticamente por todos los Arminianos. Los que se han refugiado en Jesús tienen un firme fundamento sobre el cual edificar, aunque torrentes de error inunden la tierra y Satanás levante contra ellos todos los poderes del mundo y todas las iniquidades del corazón aún así jamás fracasarán; sino que perseverando hasta el fin, heredarán las mansiones preparadas para ellos desde la fundación del mundo. Puesto que la fe y el arrepentimiento son dones de Dios, la concesión de estos dones son prueba de que el propósito de Dios es salvar a aquellos a quienes le son conferidos. Nadie los puede arrebatar de sus manos.

       Los verdaderos creyentes tienen dentro de sí mismos el principio de vida eterna, es decir, puesto que el Espíritu Santo, vive dentro de ellos ya son potencialmente santos, y aunque es cierto que son sometidos a diversas pruebas y aún no ven lo que habrán de ser, deben saber que lo que ha sido comenzado en ellos será perfeccionado hasta el fin, y que la misma lucha que hay en ellos es señal de vida y promesa de victoria. Respecto a los que son verdaderos creyentes pero que, según los arminianos, caen de la Gracia y se pierden eternamente, nos preguntamos, ¿por qué no los quita Dios del mundo mientras están aún en un estado salvo?. Ciertamente nadie querrá decir que es porque Dios no puede, o porque no prevé su futura apostasía, entonces ¿por qué permite que estos objetos de su amor vuelvan al pecado y perezcan? Si en realidad tal fuera el caso, entonces su don de vida permanente a dichas personas no sería sino una maldición infinita; pero, ¿quién puede creer que el Padre celestial, no cuide mejor que esto a sus hijos?.

      La doctrina equivocada de los arminianos, enseña que una persona puede ser hijo de Dios hoy e hijo del Diablo mañana, que puede cambiar de un estado a otro tan rápidamente como cambia su mente. Dicha doctrina enseña que la persona puede haber nacido del Espíritu, haber sido justificada, santificada, todo menos glorificada, y aun así ser reprobada y perderse eternamente, "Siendo su voluntad y conducta el factor determinante".

      Ciertamente un Dios amante y soberano no permitiría que sus hijos redimidos cayeran de la Gracia y se perdieran. Nos preguntamos además, si Dios sabe que cierto creyente va a rebelarse y perecer, ¿puede Dios amarle con profundo afecto aún antes de su apostasía?, si nosotros supiéramos que alguien que hoy es nuestro amigo habrá de convertirse en nuestro enemigo y traicionarnos mañana, ¿podríamos recibirle con la intimidad y confianza con que naturalmente le recibimos?, nuestro conocimiento de sus hechos futuros destruiría en gran manera nuestro amor hacia esa persona. La naturaleza del cambio efectuado en la regeneración es suficiente garantía de que la vida impartida habrá de ser permanente. El creyente nacido de nuevo no puede dejar de ser hijo de su Padre Celestial, como tampoco un hijo aquí en la tierra puede dejar de ser hijo de su padre terrenal.

       LA PERSEVERANCIA NO DEPENDE DE NUESTRAS BUENAS OBRAS SINO DE LA GRACIA DE DIOS

       Pablo enseña que los creyentes, no están bajo la Ley, sino bajo la Gracia y que, por lo tanto no pueden ser condenados por haberla violado.
       NO ESTAIS BAJO LA LEY, SINO BAJO LA GRACIA (Rom. 6:14). El pecado ya no puede ser causa de la perdición de los creyentes dado que estos están bajo la Gracia y no son tratados conforme a sus obras. Y SI POR GRACIA, YA NO ES POR OBRAS; DE OTRA MANERA LA GRACIA YA NO ES GRACIA (Rom.11:6). PUES LA LEY PRODUCE IRA; PERO DONDE NO HAY LEY, TAMPOCO HAY TRASGRESIÓN (Rom.4:15). SIN LA LEY EL PECADO ESTA MUERTO (Rom.7:8), es decir donde la Ley ha sido abolida la persona no puede ser sometida al castigo a causa del pecado HABEIS MUERTO A LA LEY MEDIANTE EL CUERPO DE CRISTO (Rom.7:4). El que trate de ganar por si mismo aunque sea la mas mínima parte de su salvación ESTA OBLIGADO A GUARDAR TODA LA LEY (Gál.5:3), es decir, a rendir perfecta obediencia a la Ley por sus propias fuerzas.

       Como se puede ver, se trata de dos sistemas de salvación, radicalmente distintos, diametralmente opuestos.

       El amor infinito, misterioso y eterno de Dios, para con los creyentes es una garantía de que jamás se perderán. Además es gratuito, y nos tiene asidos más fuertemente a nosotros que lo que nosotros a él. EN ESTO CONSISTE EL AMOR; NO EN QUE NOSOTROS HAYAMOS AMADO A DIOS,  SINO QUE EL NOS AMO A NOSOTROS, Y MANDO A SU HIJO EN PROPICIACIÓN POR NUESTROS PECADOS (Juan 4:10). MAS DIOS MUESTRA SU AMOR PARA CON NOSOTROS, EN QUE SIENDO AUN PECADORES, CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS, PUES MUCHO MAS, ESTANDO YA JUSTIFICADOS EN SU SANGRE, POR EL SEREMOS SALVOS DE LA IRA. PORQUE SI SIENDO ENEMIGOS, FUIMOS RECONCILIADOS CON DIOS POR LA  MUERTE DE SU HIJO, MUCHO MAS, ESTANDO RECONCILIADOS, SEREMOS SALVOS POR SU VIDA (Rom.5:8-10).

       Estos versículos enfatizan el hecho de que nuestra posición para con Dios, no está basada en nuestros méritos, SIENDO ENEMIGOS, Dios nos dio vida espiritual por su Gracia Soberana. El escritor de la Epístola a los Hebreos, cuando dice que Cristo es EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE, nos enseña que es imposible que uno de los escogidos de Dios se pierda. El amor soberano e inmerecido es la causa del llamamiento eficaz del creyente (Jer.31:3). Y como la causa es inmutable, el efecto también lo es.
      Cuando Dios confirió su Gracia al pecador, El sabía perfectamente que era totalmente depravado y aborrecible; por tanto, ni la ingratitud, ni la infidelidad por parte del pecador convertido pueden ser motivo que induzca a Dios a cambiar de parecer o para retirarle su Gracia, en otras palabras, las causas por las cuales, Dios determinó otorgar su amor electivo al pecador se encuentran totalmente en Dios, y no en el creyente; asimismo, nada en el corazón o en la conducta del creyente puede finalmente alterar ese propósito del amor Divino (Isa.54:10) (Rom. 11:29), compárese cuidadosamente (Rom.- 5:8-10;) (8:32 con todo el pasaje de Rom. 8:28-39), este glorioso pasaje no es sino un argumento que corrobora nuestra afirmación; ¿Quién nos separará del amor de Cristo?.

     Mientras más meditamos sobre estas verdades, más agradecidos nos sentimos de que nuestra perseverancia en santidad y nuestra seguridad de salvación no dependen de nuestra débil naturaleza, sino del poder continuo y sustentador de Dios. Con Isaías podemos decir: "SI JEHOVÁ DE LOS EJÉRCITOS, NO NOS HUBIESE DEJADO UN RESTO PEQUEÑO, como Sodoma fuéramos, y semejante a Gomorra".

     El arminianismo niega la doctrina de la perseverancia, porque no es un sistema de pura Gracia, sino de "Gracia y Obras", y en un sistema tal, la persona debe comprobar que es al menos parcialmente merecedora de la Gracia.