LA JACTANCIA


 

Leemos en Romanos 3:27-31 los siguiente: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley. ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y el justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”

 

Si bien es muy cierto, que en el Antiguo Pacto o pacto de la ley,  Dios nunca compartió su gloria con nadie; sin embargo en este pacto de la gracia, Dios si la comparte con nosotros, una cosa primordial en cuanto a esto es  que nosotros tenemos la mente de Cristo, dice 1 Corintios 2:16 “Porque ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quien le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo” Asimismo,  ahora en el evangelio dice: “Cristo en (dentro de) nosotros la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27) Todo esto por causa de su sacrificio en la cruz y la llegada del Nuevo Pacto o  evangelio.

 

Podemos notar entonces, que al estudiar,  nutrirnos o alimentarnos espiritualmente, con el Nuevo Pacto o evangelio de la gracia, nos llenamos de todo el conocimiento que es necesario en nuestro caminar en Cristo Jesús, primordialmente del conocimiento de Cristo, lo cual debe ser nuestro objetivo; El apóstol Pablo lo menciona, veamos  la oración de Pablo en Efesios 1:16-17 dice: “no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os de espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él”  También a través del evangelio, nos conocemos a nosotros mismos; Ahora, con la llegada del evangelio las promesas se han cumplido, se siguen cumpliendo y se seguirán cumpliendo, pero debemos entender que esto es por lo que Cristo hizo, hace y hará, no es por algo que el hombre hizo, hace o hará; Por consiguiente, todo viene de Dios, allí es donde no debiese de existir la jactancia. En este pasaje el sentir de Dios es quitar la jactancia de los hombres, ya que el hombre ya no tiene que obrar, y con ello jactarse, ahora tiene que creer en lo que Cristo ya hizo, provocando con ello una dependencia total y absoluta en Dios.

 

 Dios busca que seamos personas de bien, que tengamos un buen proceder, pero sobre todo que tengamos amor (1 Corintios 13:13) y un temor reverente para con Dios, si bien, es cierto estamos completos (Colosenses 2:10) estamos bendecidos (Efesios 1:3) estamos santos (Efesios 5:25-27),  y perfectos (Hebreos 10:14);  pero reverentes para con Dios, y reconociendo que “Todo lo podemos en Cristo” no en nosotros mismos. Al contrario del pueblo de Israel que se volvió contra Dios, comprobamos en la Biblia que solo le buscaban por necesidad, pero cuando llegaba la bendición se olvidaban de él, bastante semejante a muchos religiosos de hoy: Notamos, que en el Antiguo Pacto y en muchas religiones en la actualidad, había y hay  arrogancia, porque se basan en las obras que llevan a cabo.  El pacto de Ley era un pacto de obras y un pacto con defectos (Hebreos 8:7) No así este pacto de la gracia, el cual es de creer. En este pacto no hay que obrar,  Dios no quiere que sea así, por ejemplo: No es que Dios nos este bendiciendo, Dios ya nos bendijo y estamos bendecidos (Efesios 1:3) Y como complemento, Dios nos da misterios e instrucciones en la Biblia para que procedamos bien. 

 

Leemos en el Versículo 31 de Romanos 3 al decir: “sino que confirmamos la ley” Esto no quiere decir que tenemos que cumplir y hacer todo lo que la ley dice, simplemente es que en la persona de Cristo él nos justificó a todos sus hijos en la cruz del Calvario, él si cumplió la ley, allí es donde el confirmó la ley. Por consiguiente, comprendemos que Dios hizo todo por nosotros, con su sacrificio;  De tal forma, que  nosotros no tenemos que hacer nada, únicamente creer en lo que Cristo hizo. Así es como nosotros el pueblo de Dios,  nos cobijamos en Cristo, ahora dice Colosenses 3:3 “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” Como corolario,  confirmamos que el fin de la ley es Cristo (Romanos 10.4)  Por eso ya estamos completos y no nos falta nada, en otras palabras estamos reinando en vida (Romanos  5:17)

 

En la ley había que obrar o  hacer, esto obviamente era un esfuerzo del hombre, por eso mismo existía arrogancia o jactancia. Por lo tanto, si se trata en este tiempo de la gracia, de cumplir la ley, entonces se viola la ley de la fe y quien así lo haga se somete a ley de Moisés,  que es obsoleta, que ya caducó y que fue abolida por Cristo, y estaría en este caso dando golpes al aire. Caería en la ley de las obras, dando como consecuencia la arrogancia y la jactancia, y tergiversaría lo que dice Pablo, cuando dice: “todo el que se glorié gloríese en Jesucristo” (2 Corintios 10:17)  Ya que al obrar se gloria el mismo, sin glorificar al que debe glorificar, a nuestro amado Dios, actualmente por ejemplo en este Pacto Dios es el que bendice en él, no importa que sean Judíos o Gentiles, Dios bendice por igual.

 

Cuando hay jactancia, derivado de obrar, Dios trata con el hombre, a través de su disciplina (educación) y Dios desarraiga la jactancia, con el propósito que  lleguemos a saber y concluir que sin Dios nada somos, por eso Jesús dijo en Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi” También Dios dice en Romanos 11:36 lo siguiente: “Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén”  O sea que “él es todo y en todos”  Asimismo Hebreos 12:2 enfatiza: en ¿Quien debemos poner nuestros ojos? Y es solo en Cristo, el autor y consumador de la fe, no en ningún otro lugar o circunstancia, menos en algún hombre, esto es el verdadero apostolado de la fe.  

 

Concluimos entonces que: Dios es un Dios celoso, por eso nuestros ojos deben estar solo en él, y no en otra cosa o persona, con eso muere la jactancia.  Pablo lo dice en: 1 Corintios 3: 1-9, y en  1 Corintios 1:12-17 ¡GLORIA A DIOS!

 

 Pastor: Oscar Enrique Tenes Pellecer