EL LLAMAMIENTO IRREVOCABLE

Eliana Valzura de Gilmartin


Supongamos una hipotética reunión cumbre entre destacados teólogos que hubieran acordado discutir acerca de la salvación...El primero en exponer sería Lutero (1483-1546), cansado ya de escuchar lo que la tradición tenía para decirle...Se levanta, vehemente, y propone que la salvación de un ser humano depende exclusivamente de la fe: si el hombre cree, y continúa creyendo, persevera en la salvación...Si en cambio deja de creer, la pierde...Así de sencillo...

Muchos se levantan y aplauden. Fue demasiado tiempo catorce siglos en los que la cristiandad presenció azorada cuánto se estaba desviando la doctrina sobre la salvación de los fundamentos bíblicos... Sucede que una vez terminada la era apostólica, y tras la etapa de los llamados "padres de la iglesia", comienza a tener auge el monacato, es decir la vida apartada del mundo, en los monasterios. Es que las corrientes ajenas al cristianismo terminan por filtrarse en la iglesia, malinterpretando groseramente el hecho bíblico de que hay que dejar las cosas del mundo, olvidando que el Señor Jesús rogó por nosotros, que no seríamos sacados del mundo, aunque sí guardados del mal... Pues bien, en otra vuelta de tuerca a esta tendencia, empezó a propiciarse una vida de austeridad cercana a la miseria, con duro trato del cuerpo, lejana de cualquier satisfacción, felicidad o disfrute, y en cambio muy abundante en castigos corporales y espirituales. Esta era la única vía de acceso posible a la salvación, según se entendía. Acercarse a Dios significaba, pues, un mérito personal conseguido a base de sufrimientos, y perseverar en Dios también dependía del ser humano...

Esto ya había sido demasiado, y Lutero se levanta como una voz que clama en el desierto, originando una polvareda que todavía nos agita hoy en día... ¿Cómo una salvación tan grande podría depender del trabajo del hombre, un ser tan insignificante? La salvación es por fe. Sólo por creer en los méritos de Cristo para redimirnos...Y esa misma fe proviene de Dios, de quien viene todo don perfecto...

Los aplausos se van aquietando y la euforia por la novedad revolucionaria comienza a encarrilarse, cuando pide la palabra Arminio (1560-1609). La propuesta de Lutero no lo convence demasiado. Es muy facil: ¿Qué clase de Dios sería este que exigiera tan poco? Tener fe no es suficiente, pensó. El punto medular de la salvación radica en la justificación por la decisión de aceptar a Cristo... Sí... esto lo satisfacía: no solamente tener fe, sino decidir, tomar una decisión, poner algo de uno para aceptar la salvación. Esta decisión proviene de nuestro libre albedrío, se explaya, el cual coopera con la gracia...Porque los hombres, en fin, no somos seres tan insignificantes como pensó Martín, manejados como títeres: tenemos nuestra voluntad libre... Si nos decidimos, nos salvamos. Si nos volvemos atrás en la decisión, podemos caer de la gracia, y no tener asegurada nuestra salvación final...

Aquel sector del auditorio, seguro de sí mismo y confiado en sus esfuerzos, se pone de pie y aplaude convencido: ‘Sí, señor. Nosotros estamos firmes, y nunca nos volveríamos atrás, ni negaríamos la fe, ni pecaríamos...¿A quién se le ocurre?’ Con sus propias manos se sostienen en la salvación, mirando con desdén a los que caen...Al fin y al cabo, algo los une con los otros, los que aplaudieron a Lutero: la salvación, en última instancia, depende de uno. Sea por la fe o por la decisión, el acento está puesto en el hombre, y por lo tanto, se puede perder en cualquier recodo del camino... Es que si no, el ser humano se volvería ocioso, o indolente...Total, si no depende de él ¿Qué importa? Puede darse el permiso de vivir de cualquier manera... Esto es algo que ni Lutero ni Arminio estaban dispuestos a permitir.

Ni tímido ni amilanado tercia Calvino (1509-1564)... Está parado allá, casi solo, en el otro extremo del salón. Parece enojado, o tal vez es su férreo carácter...Quizás esté endurecido por lo que escucha: ¡No! No es así como él entiende a Cristo...No dicen esto las Escrituras...¿Énfasis en el hombre? Pero, ¿qué es el hombre? ¿No leyeron el Salmo 104: "Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser"? El punto clave, casi gritó, es la justificación por la justicia de Cristo. La fe y la decisión son medios, aunque la salvación es sólo por gracia. Porque la iniciativa para la redención del hombre siempre es libre y soberanamente de Dios...

No hubo muchos aplausos...Uno acá...otro allá...Tímidos, escasos...Aunque desde el cielo se oía uno como estruendo de muchas aguas...Y Calvino lo sabía...

Una de las verdades más consoladoras de la Santa Biblia, y que es característica, además, de muchas de las iglesias que devienen de la Reforma, es la de que el verdadero creyente está seguro de su salvación final, sean cuales sean los futuros avatares que la vida le haya de deparar. Sin embargo, la hipótesis de discusión entre estos tres popes de la teología antigua, no es solamente "literatura fantástica", porque lo que ellos propusieron existe hasta la actualidad, y aun coexiste, increíblemente, dentro de una misma congregación...

Para entender bien el alcance de este tema, deberá primeramente notarse la diferencia entre perseverancia y preservación. Porque el hecho de que los verdaderos creyentes, aquellos que han nacido de nuevo, tengan asegurada la salvación, no depende de la perseverancia humana, como muchos creen, sino de la preservación divina, que es la continua operación del Espíritu Santo en el corazón del hijo de Dios.

La clave fundamental para interpretar la doctrina de la seguridad de la salvación reside en comprender que es Jesucristo (aquel que es igual ayer, hoy y por los siglos), quien ha salido por fiador de este pacto de salvación (Hebreos 8:6). Que este pacto, el nuevo pacto, ha sido realizado por pura y exclusiva iniciativa divina, habiendo sido acordado entre las tres personas de la Trinidad Divina con total independencia de nuestra virtual respuesta. (Salmos 40: 6-8).

Pablo lo dice claramente a los Efesios: "Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios" (2:8) La fe es un medio dado por Dios, pero el punto es la gracia, esto es, el regalo inmerecido y no buscado, por el cual no hemos pagado ningún precio: la salvación... Y si no hemos hecho, ni podríamos hacer nada para obtenerla: ¿Cómo podríamos hacer algo para perderla? Mientras tanto, las Escrituras parecen enrrostrarle a quienes no quieren entender: "De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis" (Gálatas 5:4).

Dice la epístola a los Efesios que, una vez que hemos creído, somos sellados con el Espíritu Santo. ¿Hasta cuándo? ¿Quizás hasta cuando pequemos y caigamos de la gracia, tal vez hasta que cesemos en nuestra fe...? Hasta la redención de la posesión adquirida ¿Adquirida por quién? Por Cristo, en favor nuestro, y sin nuestra cooperación ni intervención. Dice la Biblia que este Espíritu Santo es además las arras de la herencia, y esto quiere decir que es lo que Dios nos da por prenda de este contrato unilateral que ha establecido con nosotros, y por el cual además ha salido de garante El mismo. (Efesios 1:13-14 y 4:30).

El hecho irrefutable de que la salvación sea pura y exclusivamente por gracia divina, esto es, que no dependa de nosotros sino sólo de Dios, hace que podamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la salvación no se pierde, aunque uno la dilapide como el hijo prodigo, ahogándose en los placeres de esta vida...A propósito, este hijo menor ¿Dejó de ser hijo por alejarse de la casa del padre? Por cierto, no: se convirtió en un mal hijo...¡Pero hijo al fin!

...Porque la intercesión de Jesucristo a nuestro favor es eficaz siempre, aunque no la merezcamos o la despreciemos: Hebreos 7: 22-25

...Porque su amor es incondicional, nos ama por amor de sí mismo, y nos amó primero, mucho antes de nuestra respuesta, y aun aparte de ella. Porque su amor permanece para siempre, puesto que El es amor, y porque nada ni nadie nos arrebatará de su mano: Juan 10:27-29; Romanos 8:35-39; Filipenses 1:6; 2ª Tesalonicenses 3:3; 2ª Timoteo 1:12 y 4:8.

...Porque El es fiel y lo será, aunque nosotros fuéramos infieles: 2ª Timoteo 2:13.

Algunos podrán decir, como en seguida comenzaron a murmurar en nuestra hipotética discusión del principio, que esta es una doctrina muy facilista, que fomenta la indolencia en el corazón del creyente, quien pareciera que sólo sabe funcionar a base de temor a perder la salvación eterna...Sin embargo, es todo lo contrario: es una invitación a vivir en la gracia, dependiendo de Dios para todo, considerándonos nada y comprendiendo que por eso mismo nos debemos a él con amor, y si le amamos, guardaremos su Palabra (Juan 14: 23). Ella misma es la que nos dice que su voluntad es nuestra santificación (1ª Tesalonicenses 4:3). Y asimismo nos conmina: "¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera." Romanos 6: 1-14.

La discusión acerca de en cuál de sus muchas moradas estarán aquellos que aun siendo hijos prefirieron vivir lejos del Padre, dejémosla para el Señor, que sabrá ubicarlos y ubicarnos mucho mejor de lo que nosotros pensamos: nunca seamos como aquellos que aun recibiendo lo que se les había prometido, sin embargo se quejaban de que otros, inmerecedores, estaban obteniendo lo mismo... Cuando estemos más allá, en los cielos, con nuestro amado Señor, ya no nos importarán los lugares que siempre reclamamos aquí en la tierra...

Descansar en un Dios tan grande, que todo lo ha hecho por El y para El, aun el darse a sí mismo por nosotros, es maravilloso, y nos permite entrar en el reposo de Dios que nos fuera prometido. Porque la vida cristiana es una vida de paz, nunca de temor. Porque el motor para seguirlo, para perseverar y para no ofenderlo, es el amor: jamás la amenaza.

" Irrevocable" significa que no puede dejarse sin efecto una concesión, por ninguna circunstancia... Y lo que Dios nos ha concedido a través de Jesucristo, el llamamiento a ser salvos... ¡Es para siempre irrevocable!

 

Eliana Gilmartin