Capítulo IV

 

La gloria que tuve

 ...Según el intento suyo y gracia, la cual nos es dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos. Pero ahora manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por el evangelio.”

(2 Timoteo 1:9,10)

 

Sino con la sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha ni contaminación: Ya ordenado de antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros. Que por él creéis a Dios, el cual le resucitó de los muertos, y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sea en Dios.

Habiendo purificado vuestras almas en la obediencia de la verdad, por el Espíritu, en caridad hermanable sin fingimiento, amaos los unos a los otros entrañablemente de corazón puro. (1 Pedro 1:19-22)

 

“...en el libro de la vida del Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo.” (Apocalipsis 13:8)

 

“A éste, entregado por determinado consejo y providencia de Dios...” (Hechos 2:23)

 

Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio,  la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria. (1 Cor. 2:7) “...Cristo potencia de Dios, y sabiduría de Dios.” (1 Cor. 1:24)

 

“...habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos...” (Hebreos 2:10)

...anunciaré a mis hermanos tu nombre...” (Hebreos 2:12)

 

He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste: tuyos eran, y me los diste, ... (Juan 17:6)

Y yo la gloria que me diste les he dado...” (Juan 17:22)

 

“...Padre, la hora es llegada; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti.” “...Yo te he glorificado en la tierra: he acabado  la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorificame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo fuese.” (Juan 17:1-5)

 

Antes que el mundo fuese. el predecreto de Dios era que todos los que estaban escritos en el libro de la vida del Cordero, por gracia estaban salvos y glorificados, Una vez que Adán y Eva pecaron y el pecado y la muerte pasó a todos los hombres, Dios no les tomaba en cuenta los pecados y los pasaba por alto. Estas son palabras de Pablo en Romanos 3:25 y 2 Cor. 5:19 Toda esta benevolencia fue debido a que sus hijos participarían de carne y sangre corrupta y mortal, y aunque en un estado caído nacieran,

ya estaba predestinada la gloria que iban a recibir, pues estaba decretada en la aparición de la sabiduría predestinada que es Cristo el Señor.

 

Una vez que se recibe la gloria predestinada por la obra del Ungido Jesucristo, él pide ser glorificado con la gloria que también estaba predestinada desde antes de la fundación del mundo.

Todos los hijos de Dios tenemos la gloria desde antes de la fundación del mundo. Adán y Eva una vez que salieron creados de las manos del Dios todopoderoso, disfrutaron de la majestuosa gloria de haber sido creados a la imagen y semejanza de su Creador. Cuando nuestros primeros padres desobedecen se les suspende la gloria así como a sus descendientes. Una vez que Jesucristo nos muestra el nombre de Dios y nos glorifica, él también pide lo que para él estaba predestinado: “La gloria que tuve contigo.”

 

En los capítulos del 14 al 17 del evangelio de Juan, Jesucristo pronuncia sus últimas palabras después de haber concluido su obra en la tierra, de acuerdo con el plan divino.

Como hombre pide también ser glorificado con la gloria que tenía predestinada, existente ya en el plan hecho en el cielo.

 

El que estaba en Jesús era el Padre de gloria, el Espíritu Santo quien fue su engendrador y quien lo predestinó para que nos llevara como hijos a la gloria. Jesús le pidió al Padre que lo glorificara pues es el único que puede glorificar siendo que es el glorificado por excelencia. No es que Jesús vivía en el cielo antes de que fuese creado en el vientre de la virgen María, sino que cuando terminó la obra que le había sido encomendada en la tierra, pidió la gloria que le estaba prometida desde antes de la fundación del mundo que era para él.

 

“A los que antes Dios conoció, predestinó para que llegásemos a ser conforme a la imagen de su Hijo y el ser el mayor entre los hermanos.” (Romanos 8:29,30) Los predestinados, llamados, justificados y finalmente glorificados con aquella gloria que estaba preparada para todos los que Jesucristo vendría  buscar y salvar. (Lucas 19:10)

Gloria a Dios!