El Señor Jesús fue engendrado en la carne por Dios Espíritu
“Y el nacimiento de Jesucristo fue así: Que siendo María su madre desposada
con José, antes que se juntasen, se halló haber concebido del Espíritu
Santo....porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.”(Mateo
1:18,20)
“Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la
virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá,
será llamado Hijo de Dios.” (Lucas 1:35)
“Así también Cristo no se glorificó a sí mismo haciéndose Pontífice, mas el
que le dijo: Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy... El cual en los días
de su carne...” (Hebreos 5:5-7)
“...cuyos son los padres, y de los cuales es Cristo según la carne, el cual es
Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” ( Romanos 9:5)
El hecho de que Jesús era Israelita, descendiente de la tribu de Judá, hijo de
María, y circuncidado al octavo día de nacido, es suficiente evidencia bíblica
que prueba la participación en la carne del Hijo de Dios.
Dios Espíritu que engendró a Jesús en el vientre de la virgen, es el Padre al
cual Jesús menciona al referirse a Dios. “Y Jesús les respondió: Mi Padre
hasta ahora obra, y yo obro.” (Juan 5:17,18)
“Empero cuando viniere el Consolador, el cual yo os enviaré del Padre, el
Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.”
(Juan 15:26)
Si el Espíritu Santo engendró a Jesús en María, entonces es el Padre de
gloria, el Altísimo que hizo sombra sobre ella. De hecho el Espíritu Santo
solamente puede proceder del Padre, porque es el mismo Padre.
Es el mismo Padre que lo llevó al desierto para ser tentado. (Mateo 4 y
Lucas 4)
Es el mismo Padre que lo glorificó en el monte. (Mateo 17)
Es el mismo Padre que lo llevó a la cruz. (Isaías 53:2-10, Heb. 9:14,15)
Es el mismo Padre al cual Jesús entregó su espíritu. (Lucas 23:46)
Es el mismo Padre que lo resucitó. (Romanos 8:11)
Es el mismo Padre que se lo llevó al cielo. (Hechos 1:9 y Mateo 17:5,
2 Pedro 1:17)
Jesús fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Filp. 2;8)
“Porque tal pontífice nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los
pecadores, y hecho más sublime que los cielos.” (Hebreos 7:26)
“Porque el que me envió conmigo está; no me ha dejado solo el Padre; porque
yo, lo que a él agrada, hago siempre. (Juan 8:29)
“Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo verdad, por qué
vosotros no me creéis?” (Juan 8:46)
“...pero sin pecado. (Heb. 4:15)
Jesús vino a cumplir la ley y la cumplió. (Mateo 5:17)
Jesús, estando en la carne, era templo del Espíritu Santo morando en él, era
hombre y era Dios en la carne; de ahí que no usurpó la posición de Dios porque
lo era por naturaleza. (Filipenses 2:5-7)
Pero Dios Espíritu al tomar cuerpo se humilló no usando sus poderes para
librar “al que ofrecía ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas.” (Heb.
5:7) “Si es posible que pase de mi esta copa.” (Mateo 26:38,39, Lucas
22:42-44) Y el hombre fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
Este misterio es grande. En el Hijo estaba el Padre y en el Padre estaba el
Hijo. “...Dios ha sido manifestado en carne, ha sido justificado con el
Espíritu...” (1 Timoteo 3:16) En la carne Jesús fue aprobado por el
Padre que es el Espíritu Santo quien lo engendró. Esto es difícil de explicar,
no se puede recibir por lógica sino por fe. Dios es Espíritu, Jesús engendrado
en la carne se convirtió en el Hijo de Dios, toda esta obra de creación
especial fue efectuada por el Dios Espíritu.
Dios Verbo y Espíritu, se hace carne
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin
él nada de lo que es hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la
luz de los hombres... Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros
(y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de
verdad.” (Juan 1:1-4,14)
El que era Dios fue hecho carne.
Este es el misterio que menciona Pablo escribiendo en 1 Timoteo 3:16
“Dios ha sido manifestado en carne”.
Dios es el Espíritu Santo y la carne es el cuerpo de su Hijo Jesús. Ya lo
hemos mencionado y lo volvemos a exponer porque daremos conclusión a este
capítulo con dos declaraciones, una de Lucas el médico de Pablo y otro del
propio apóstol Pablo.
“Y sueltos (Pedro y Juan) vinieron a los suyos, y contaron todo lo que los
príncipes de los sacerdotes y los ancianos les habían dicho. Y ellos,
habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Señor, tú eres el
Dios que hiciste el cielo y la tierra, la mar, y todo lo que en ellos hay; que
por boca de David, tu siervo, dijiste: Por qué han bramado las gentes, y los
pueblos han pensado cosas vanas? Asistieron los reyes de la tierra, y los
príncipes se juntaron en uno contra el Señor, y contra su Cristo. Porque
verdaderamente se juntaron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, al cual
ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los Gentiles y los pueblos de Israel,
para hacer lo que tu mano y tu consejo había antes determinado que había de
ser hecho. Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y da a tus siervos que con toda
confianza hablen tu palabra; que extiendas tu mano a que sanidades, y
milagros, y prodigios sean hechos por el nombre de tu santo Hijo Jesús. Y como
hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron
llenos del Espíritu Santo, y hablaron la palabra de Dios con confianza.”
(Hechos 4:23-32)
Analizando la escritura de Lucas en este capítulo y los versículos expuestos,
encontramos la división entre el que creó todo lo existente y su Hijo que fue
muerto por su misma disposición. En Juan 1:1-3 dice que fue el Verbo,
Dios mismo, el Creador del Universo y el que fue hecho carne lleno de gloria,
gracia y verdad. Ahora Lucas dice que le oraron al Verbo, al Dios Espíritu, el
mismo que dispuso que su Hijo Jesús muriera como murió y quien como Espíritu
Santo engendró al que después murió en la cruz del calvario.
En el mismo libro de los Hechos capítulo 2 y en los versículos 22-24 dice
Lucas: “...Jesús Nazareno, varón aprobado de Dios entre vosotros en maravillas
y prodigios y señales, que Dios hizo por él en medio de vosotros, como también
vosotros sabéis. A éste, entregado por determinado consejo y providencia de
Dios, prendisteis y matasteis, por manos de los inicuos, crucificándole; al
cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible
ser detenido de ella.”
Dios Padre y Espíritu, planeó el engendramiento, la muerte y la resurrección
de su Hijo Jesús. Incluyó en el plan de salvación ser parte de ese cuerpo que
le fue apropiado por Dios. El Verbo, el Padre, el Espíritu Santo, el solo Dios
y Salvador existía antes del cuerpo apropiado. (cuerpo apropiado Hebreos
10:5)
El Hijo fue engendrado por el Espíritu Santo y el Espíritu Santo se vistió del
velo carne llamado Jesús, ese es el nombre del Espíritu Santo que había estado
oculto, el cual no se le hizo manifiesto a Moisés, Josué, Jacob, Manoa y a
todos hasta que el ángel anunció ese nombre que es sobre todo nombre: JESÚS (Mateo
1:21-23) Emmanuel, que declarado, es: Con nosotros Dios.
Lo que Dios mismo predestinó en JESÚS
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado; y el principado sobre su
hombro: y llamaráse su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno,
Príncipe de paz. (Isaías 9:6)
Dios es Espíritu y su nombre es JESÚS.
No olvidemos que el mismo Espíritu que mora en Jesucristo, es el mismo que
mora en nosotros. SOMOS SUS TEMPLOS
El Espíritu Santo, el Padre eterno, en pleno control
“Mas cada uno en su orden: Cristo las primicias; luego los que son de Cristo,
en su venida. Luego el fin; cuando entregará el reino a Dios y al Padre,
cuando habrá quitado todo imperio, y toda potencia y potestad.
Porque es menester que él reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus
pies. Y el postrer enemigo que será deshecho, será la muerte. Porque todas las
cosas sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice: Todas las cosas son sujetadas
a él, claro está exceptuando aquel que sujetó a él todas las cosas. Mas luego
que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se
sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todas las
cosas en todos.” (1 Cor. 15:23-28)
“Es necesario que él reine hasta...” En este momento de la historia de la
iglesia y del mundo. Jesucristo reina “en el reino de vida con abundancia de
gracia y don de justicia” (Romanos 5:17)
Esta es la éra de los bienes venideros, cuando la iglesia amada de Jesucristo
disfruta de los beneficios del cielo. Este es el tiempo de seguir extendiendo
el reino sujetando todo debajo de sus pies (los pies son los de la iglesia que
es el cuerpo de Jesucristo.
“...la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,
por la operación de la potencia de su fortaleza la cual obró en Cristo,
resucitándole de los muertos (Romanos 8:11 el Espíritu Santo) y
colocándole a su diestra en los cielos, sobre todo principado, y potestad, y
potencia, y señorío, y todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, mas
aun en el venidero: Y sometió todas las cosas debajo de sus pies, y diólo por
cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud
de Aquel que hinche todas las cosas en todos.” (Efesios 1:19-23)
Cuando Jesús concluyó su obra expiatoria y después de la resurrección, ordenó
a su Iglesia a ir y predicarlo a él a todas las naciones, nos hizo
participantes de su nuevo reino y nos comisionó para que fuésemos a hacer
discípulos. (Mateo 28:18-20) Y también nos hizo participantes del mismo
poder que estuvo con él mientras vivió en la tierra como el varón de dolores
experimentado en quebranto. Comprendiendo la realidad del reino que Dios
Espíritu vino a establecer mediante su Hijo, entonces si podremos ser
realmente los edificadores del reino de gracia, justicia y paz.
En el capítulo cuatro de Mateo y cuatro de Lucas leemos: “Y le llevó el diablo
a un alto monte, y le mostró en un momento de tiempo todos los reinos de la
tierra. Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de
ellos; porque a mí es entregada, y a quien quiero la doy. Pues si tú adorares
delante de mí, serán tuyos.” (Lucas 4:5,6,7)
El primer reino que perdió el hombre fue el de Adán, quien lo entregó
vendiéndonos a sujeción de pecado. (Romano 7:14) Los demás reinos con
sus glorias y potestades fueron conquistas del hombre mismo y muchos de ellos
fueron dirigidos por el padre de la noche.
Jesucristo nos dió toda potestad en el cielo y en la tierra para desatar y
atar, para liberar a los cautivos para que en todas las naciones se obedezca a
la fe en el nombre de Jesucristo. (Romanos 1:5)
Porque es menester que él reine, hasta poner a todos sus enemigos debajo de
sus pies (los de la iglesia que es su cuerpo) “...luego el fin; cuando
entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y
toda potencia y potestad. Porque es menester que él (Jesucristo) reine, hasta
poner a todos sus enemigos debajo de sus pies.” (1Cor. 15:25, 24) (Leer
Romanos 16:20)
Volvemos a ratificar la responsabilidad y la honra que tiene la Iglesia, la
Amada esposa de Jesucristo, con edificar el reino e ir sometiendo a todas las
naciones a la obediencia de la fe en el nombre de Jesucristo hasta que todo
los enemigos de Dios sean sometidos por el reino que abarcó toda la tierra
como dice Daniel 2:35: “...Mas la piedra que hirió a la imagen, fue
hecha un gran monte, que hinchió toda la tierra.”
“...levantará el Dios del cielo un reino que nunca jamás se corromperá: y no
será dejado a otro pueblo este reino; el cual desmenuzará y consumirá todos
estos reinos y él permanecerá para siempre...” (Daniel 2:44)
Este reino somos nosotros, el Rey es Jesucristo. Nos toca a nosotros
edificarlo, hacerlo crecer y terminar la obra encomendada por el Señor
Jesucristo. La iglesia es el cuerpo, Jesucristo la cabeza, el cuerpo tiene los
pies y debajo de los pies de la iglesia queda todo sometido por el nombre
poderoso de Dios Espíritu: Jesús.
“Y el Dios de paz quebrantará a Satanás debajo de vuestros pies. La gracia del
Señor nuestro Jesucristo sea con vosotros.” (Romanos 16:20) Dios, con
su poder otorgado a la Amada Iglesia, quebranta al enemigo y sus imperios y
potestades, debajo de nuestros pies, entonces viene el fin. Abba, Padre!