Capítulo I

Jesucristo y el Espíritu Santo

 

Jesucristo lo declara a una extranjera

“Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” (Juan 4:23-24)

Para poder decir “Dios es Espíritu,” el Señor Jesús tenía que poseer plena certeza de la naturaleza de Dios. Para el Maestro el conocer a Dios era producto de la revelación que se le mostró por medio de las Sagradas Escrituras, las cuales dicen desde su mismo inicio, allá en los comienzos: “En el principio Dios crió los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la has del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la has de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz. (Génesis 1:1-3)

Juan el Bautista dijo: “Yo soy la voz que clama en el desierto”  (Juan 1:19-23, Isaías 40:3)

“Díjoles Jesús:

De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.” (Juan 8:58)
“...Yo soy el camino, y la verdad, y la vida.” (Juan 14:6)

“Yo soy el buen pastor...” (Juan 10:14)

“...Yo soy la luz del mundo...” (Juan 8:12)

Tanto Jesús como Juan pronunciaron estas palabras contundentemente, afirmando lo que ellos eran, porque poseían absoluta seguridad de sus posiciones como profeta (Juan) e Hijo de Dios (Jesús). Jesús, con toda la autoridad que el cielo le otorgaba, dijo: “Dios es Espíritu.”

Jesucristo lo declara a uno de sus seguidores llamado Felipe

“Si me conocieseis, también a mi Padre conocierais: y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Dísele Felipe: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dice: Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has conocido Felipe? El que me ha visto, ha visto al Padre; cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo: mas el Padre que está en mí, él hace las obras. (Juan 14:7-10)
Como ya dijimos, el Maestro tenía plena certeza de quién era Dios Espíritu, porque era en él. Así como San Pablo dijo que somos templos del Espíritu Santo, de la misma manera Jesús era templo del Espíritu de Dios. (1 Cor. 3:16) “Respondió Jesús, y Díjoles: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré...Mas él hablaba del templo de su cuerpo.” (Juan 2:19,21)

Para que Jesús dijera: “Pero el Padre que está en mí,” tenía que tener plena seguridad de que él era morada del Dios Espíritu y que él era su Hijo.

Jesucristo lo declara a Pablo

“Pues ni yo lo recibí, ni lo aprendí de hombre, sino por revelación de Jesucristo...mas cuando plugo a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que le predicase entre los Gentiles, luego no conferí con carne y sangre; (Gálatas 1:12,15,16)

Al Dios Espíritu le plació revelar a su Hijo Jesús, y Pablo recibe esta profunda revelación no de carne y sangre sino de Jesucristo mismo, el Dios que es sobre todas las cosas. “Grande es este Misterio que Dios ha sido manifestado en carne.” (Romanos 9:5 y 1 Timoteo 3:16)

“Dios Espíritu mora en vosotros y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él. (Romanos 8:9)
“Para que sean confortados sus corazones, unidos en amor, y en todas riquezas de cumplido entendimiento para conocer el misterio de Dios, y del Padre, y de Cristo; en el cual están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. (Colosenses 2:2,3)

Preguntamos: ¿Quién es el Espíritu Santo?

Respondemos: El Espíritu de Cristo. Quién es Dios? El Espíritu Santo, ¿Quien es el Padre? El Espíritu Santo y ¿quién es el Cristo? El Espíritu Santo y el Padre. TREMENDO MISTERIO
De ahí que el misterio tiene que ser revelado para entender lo que dijo Jesucristo: “Dios es Espíritu.”

Cuando mezclamos la carne con el espíritu, perdemos de vista la posible revelación de quién es Dios. Definitivamente: “Dios es Espíritu y los verdaderos adoradores le adorarán en espíritu y en verdad.”
(Juan 4:23-24)

No son tres Dioses, Dios es uno; ni es un Dios con tres cabezas. Jesús, antes de nacer de la virgen María, como un ser humano en carne y hueso, no existía en ninguna parte del Universo.
En el tercer cielo no habitaba un Dios como Hijo y otro Dios como Padre ni otro Dios como Espíritu Santo, sino un solo Dios: el Padre, el Espíritu Santo.
Si existía el Hijo antes de encarnarse entonces no era Dios como el Padre, pues tenía principio como creado y tenía que considerarse como dios en minúscula.

Como contexto de Colosenses 2:2,3 podemos mencionar 2 Tesalonicenses 2:16,17 donde leemos: “Y el mismo Señor nuestro Jesucristo, y Dios y Padre nuestro, el cual nos amó, y nos dió consolación eterna, y buena esperanza por gracia, consuele vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra.”

Los pone como uno solo amándonos, consolándonos y confirmándonos en toda buena palabra y obra. Pablo singulariza las tres funciones en Uno solo que nos amó, nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia.

Yo sé que este tema de “Dios es Espíritu” forzosamente tiene que exponer estos versículos que nunca han sido agregados en temas similares, pues son para algunos conflictivos y confusos. Si Dios es Espíritu como dijo Jesús, no hay otro Dios después del verdadero Espíritu Santo.

Pablo, escribiendo en 1 Cor. 8:6 dice: “Nosotros empero no tenemos más de un Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y nosotros en él: y un Señor Jesucristo, por el cual son todas las cosas, y nosotros en él.”

Este es el Dios que el mismo Pablo lo describe como “Bienaventurado y solo Poderoso Rey de reyes, y Señor de señores; quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver: al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén (1 Timoteo 6:15,16 y Apc. 17:14)

No olvidemos que Jesús en la carne murió, fue mortal por amor. Dios Espíritu no puede morir y nunca morirá.